Francia embalsará el Loira, el último gran 'río salvaje' que queda en Europa
Los gobiernos de los últimos 20 años no se atrevieron a oponerse a los ecologistas
El Loira, considerado como el último gran río "salvaje" que queda en Europa, será objeto de un plan de acondicionamiento y ordenación que comporta la construcción de dos presas. Es una solución de compromiso entre las exigencias de los ecologistas, que reclamaban que no se construyera ni una presa más, y los proyectos gubernamentales, que comprendían la creación de cuatro presas y sus correspondientes pantanos. Lo aprobado ahora no es muy distinto de lo acordado en 1991 por el Gobierno de Edith Cresson, que admitió tres embalses sobre cinco proyectados.
El Loira, con una cuenca de 115.000 kilómetros cuadrados -mayor pues que la del Ródano-, una longitud que supera los 1.000 kilómetros (algo más que el Ebro, que mide 928 kilómetros) y un caudal medio de 650 metros cúbicos por segundo, se mantiene hasta ahora como un río "libre", sujeto a las oscilaciones naturales de la hidrometría. Sólo en su curso alto hay dos pequeños, embalses reguladores, los de Villerest y Grangent. La última gran riada que ha protagonizado el Loira data ya de 1980, cuando causó seis muertos al crecer, en menos de media hora, más de cuatro metros.Para los distintos gobiernos que se han ido sucediendo en los últimos 20 años, "domesticar" el Loira ha sido un objetivo al que sólo han ido renunciando para evitarse las protestas de los movimientos ecologistas. Éstos alegan que el Lo¡ra es una gran reserva ecológica, tanto en el plano vegetal como en el animal, y que en su cuenca se refugian miles de aves migratorias.
En 1991, el ecologista y ministro de Medio Ambiente Brice Lalonde declaró: "El Loira se ha salvado y el mérito ha sido del movimiento ecologista". El nuevo plan, al igual que el no realizado entonces, incluye ríos artificiales especiales para permitir a los peces salvar el obstáculo que representarán los embalses. Además, dos viejas y pequeñas presas destina das a la producción de energía eléctrica serán derribadas. Ésto corresponde a la estrategia de nuclearización de la energía seguida desde hace años en Francia, donde entre un 75 y un 80% de la energía eléctrica es de origen nuclear. En las riberas del Loira hay cuatro centrales de este tipo.
Comandos de presión
Durante años, y aún en la actualidad, comandos ecologistas han montado guardia en Serre de la Fare, casi en el nacimiento del río, donde estaba previsto levantar el embalse que mayor oposición despertaba, tanto por sus dimensiones como por el trastorno que significaba en el paisaje y en el ecosistema de la zona. El de Serre de la Fare, por su carácter simbólico, también ha sido desestimado por Michel Barnier, el actual ministro de Medio Ambiente.El Gobierno Balladur ha dispuesto que en el nacimiento del Allier se cree el pantano de Naussac 2 y que, también en su curso alto, se erija una presa que regule el curso de otro afluente, el Cher. Si el proyecto de 1991 estaba cifrado en 1.530 millones de francos (unos 40.000 millones de pesetas), el de ahora costará 350 millones de francos más. El objetivo gubernamental, al margen de cuestiones de seguridad ante eventuales crecidas (los verdes han criticado el plan Balladur calificándolo de "oportunista", por coincidir con un momento en que media Francia está anegada por las inundaciones, controladas, de ríos como el Sena, Mame, Oise o Charente), es el de asegurar el suministro de agua potable a ciudades como Nantes, Angers, Tours u Orleans y el mejorar los sistemas de irrigación a disposición de las explotaciones agrícolas. Este último aspecto es el más criticado por los grupos ecologistas, para quienes el plan está al servicio de los cultivos extensivos de maíz, que requieren enormes cantidades de agua que, además, no son reciclables debido al uso de pesticidas. "El Gobierno ha cedido a la presión del lobby agrario productivista, que fuerza a una espiral en el crecimiento del consumo de agua", afirman.
Cuando hace dos años el Gobierno de Cresson abordó la cuestión, se realizó una encuesta entre los habitantes de la cuenca que demostraba que sólo el 20% de los pobladores desean las presas, mientras que un 45% consideraba suficiente mejorar los servicios de información para las crecidas.
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