Israel y el Vaticano dan un paso histórico al establecer relaciones diplomáticas
Una comisión mixta israelo-vaticana aprobó ayer "el acuerdo fundamental entre la Santa Sede y el Estado de Israel", que será firmado hoy en Jerusalén, según el cual las dos partes se reconocen mutuamente. Se trata de un paso histórico después de 2.000 años de tensas relaciones. La aprobación del acuerdo fue dada a conocer en un comunicado oficial hecho público por el portavoz del Papa, Joaquín Navarro Valls. El texto, que consta de un preámbulo y 15 artículos, prevé el intercambio de embajadores y libertad para la Iglesia católica y sus instituciones en Tierra Santa.
La nueva era inaugurada por el acuerdo facilitará a Juan Pablo II aceptar la invitación cursada por el Gobierno y los líderes religiosos israelíes para visitar oficialmente el país, en cuya visita Jerusalén, la ciudad santa de las tres religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo e islamismo), tendrá un valor especial. El papa Pablo VI visitó Jerusalén en 1964, tres años antes de que cayera bajo control israelí tras la guerra de los seis días, en 1967.Conforme al contenido del acuerdo, el reconocimiento mutuo se producirá en el momento de la firma del texto mediante el intercambio de "representantes especiales". Las dos partes nombrarán embajadores y procederán a la apertura de embajadas cuando sean elaborados los detalles legales y una vez ratificado el acuerdo por el Parlamento israelí.
Antes de cuatro meses, la Santa Sede y el Estado de Israel establecerán relaciones diplomáticas plenas, con intercambio de embajadores, declaró ayer el viceministro de Exteriores israelí, Yossi Beilín. Según Beilín, el acuerdo "tendrá una moderada influencia sobre el proceso de paz en Oriente Próximo y contribuirá a una comprensión general entre las partes implicadas en el proceso de paz".
Según los rumores que circulaban ayer en medios diplomáticos, el rabino David Rosen y el arzobispo Andrea Cordero Lanza, miembros de la comisión mixta, podrían ser designados embajador ante la Santa Sede y nuncio del Papa en Israel, respectivamente.
El Vaticano había reconocido previamente el derecho de Israel a existir dentro de fronteras seguras, pero antes de dar el paso decisivo quería que se produjeran avances en el problema palestino y en las garantías para c onsiderar a Jerusalén como ciudad sagrada de las tres grandes religiones. Todo ello antes de aceptar las plenas relaciones diplomáticas entre los dos países.
Paz en Oriente Próximo
El portavoz del Papa indicó que el acuerdo permitirá a la Santa Sede trabajar más activamente a favor del proceso de paz en Oriente Próximo.Mientras en el preámbulo del texto Israel y la Santa Sede proclaman el carácter singular y el significado universal de Tierra Santa, en uno de los más importantes artículos del acuerdo el Vaticano declara que la Iglesia católica se reserva el derecho a expresarse libremente sobre asuntos morales y se muestra conforme en no mezclarse directamente en los conflictos. Este principio se refiere específicamente "a los territorios en disputa y a las fronteras no definidas".
El acuerdo fue anunciado a Juan Pablo II por el rabino brasileño Henry I. Sobel al expresarle la satisfacción del mundo judío. Sobel se hallaba en el Vaticano en representación del congreso judío latinoamericano (en Latinoamérica hay unos 500.000 judíos), y en el curso de su entrevista con el Papa expresó su convicción de que el acuerdo "no sólo contribuirá a hacer progresar las relaciones entre católicos y judíos sino también a hacer progresar la paz firmada entre el primer ministro israelí, Isaac Rabin, y el líder palestino Yasir Arafat el pasado día 13 de septiembre".
El acuerdo es la culminación de un diálogo, a veces muy difícil, entre los católicos y los judíos que comenzó en 1965 cuando un documento del Concilio Vaticano II repudió la noción tradicional en la Iglesia católica de que los judíos eran colectivamente culpables de la muerte de Jesucristo.
Los líderes judíos en todo el mundo han venido presionando a Juan Pablo Il a lo largo de muchos años para que estableciera relaciones con Israel y visitase el país con el fin de contribuir a disipar la idea enraizada en algunos sectores árabes de que el Estado de Israel es una entidad pasajera.
El Papa hizo un gesto de acercamiento cuando en 1986 visitó la sinagoga de Roma y, al referirse a los judíos, declaró: "Nuestros viejos y amados hermanos". Con frecuencia ha condenado el antisemitismo y ha peregrinado a los campos de concentración nazis en Polonia y en Austria.
Juan Pablo II expresó una vez más la semana pasada su deseo de visitar Tierra Santa y rezar por la paz con los musulmanes y los judíos.
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