Mejor al desnudo
Héroes del Silencio decidió acabar el año de su consagración haciendo un homenaje a sus incondicionales, que agotaron 2.000 entradas en dos horas y aguardaron, algunos, desde las nueve de la mañana ante la sala Aqualung Universal para copar los mejores sitios, es decir, los más cercanos.Tras recorrer España abarrotando plazas de toros y estadios durante este verano, el grupo zaragozano ha querido despedirse tocando la mano a aquellos que lo han colocado en una situación privilegiada: discos vendidos a cientos de miles y un circuito europeo que controlan como ningún otro grupo español. Un detalle para con sus seguidores, que anoche en Madrid hicieron algo más que corear todas y cada una de las canciones del programa: las interpretaron como si les fuese la vida en ello, superando incluso la entrega del cantante Enrique Bumbury, que ya es superar.
Héroes del Silencio
Enrique Bumbury (voz, guitarra), Juan Valdivía (guitarra), Joaquín Cardiel (bajo), Pedr. Andreu (batería), Alan Boguslavsky (guitarra). 2.000 personas. 2.200 pesetas. Sala Aqualung Universal. Madrid, 28 de diciembre.
Indiscutible carisma
¿Quién dice a esa gente con fervor casi mesiánico, que Héroes del Silencio es un grupo grandilocuente? Efectivamente lo es, pero su indiscutible carisma crea una reacción química que supera los calificativos. El cuarteto de cinco envuelve su música con una mezcla de gótico-psicodélico-oscuro, que lleva su sonido a una ampulosidad catedralicia, que a veces, pocas, recuerda a The Cure. Sus textos tampoco ayudan a bajar de un cielo muy elemental, pero son músicos de enorme disciplina en el trabajo, y su directo es de tremenda rotundidad.A distancia corta, lo que no parece cierto es su pretendida arrogancia. Con una postura escénica muy natural, la conexión del grupo con el público no es precisamente distanciada. No una, dos veces se tiró Bumbury en plancha al público antes de los bises, lo que puede no decir nada, pero no es el caso.
Esta comunicación también tiene sus peros. Entre otros, el disimular la monotonía, rítmica y armónica, de las canciones del grupo, siempre sujetas a un mismo patrón que acaba por cansar y hacer monótono un recital.
Respecto a sus comienzos de hace poco más de cinco años, -es un grupo de carrera muy corta-, cuando todavía no era nada, Héroes del Silencio ha redondeado su sonido, espesándolo según la estética dominante. Pero en el camino, la guitarra de Juan Valdivia, un puntal del grupo, ha perdido presencia y ese método de trabajo que impresionó en Madrid, se difumina al difuminarse las tareas individuales. La contraria -Héroes del Silencio está condenado a vivir entre opuestos- es que ha conseguido mayor solidez y presencia sonora, algo que da menos opciones a la imaginación, pero mejor resultado inmediato. Técnica musical aparte, es fundamentalmente la conexión entre artista y público la que pone el, punto de emoción a la propuesta del grupo.
En cualquier caso, Héroes del Silencio funciona mucho mejor en locales reducidos. Los ídolos se convierten en personas con su ternura, su inocencia, incluso su aire desvalido. Porque el fondo es tan inocente -léase de manera positiva- como el que mantiene el asombro cuando se ha encontrado -misterios de la lotería musical- en una situación de privilegio y continúa presentándose al desnudo.
Babelia
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