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Reportaje:

Nervios de acero y alta precisión

Dedos, manos y antebrazos amputados se reimplantan con modernas técnicas microquirúrgicas

El accidente de moto del ex campeón de España de motociclismo Andrés Pérez Rubio, la pasada semana, que le provocó la amputación traumática de la mano derecha y del brazo izquierdo a la altura del codo, ha supuesto un importante reto para la microcirugía española de la mano. Un equipo médico multidisciplinar de la clínica Asepeyo de Madrid (mutua de accidentes de trabajo de la Seguridad Social) logró el pasado día 12, en una operación que se prolongó durante 18 horas, la reimplantación de los dos miembros seccionados de Pérez Rubio. El caso de Pérez Rubio no ha sido el único, aunque si muy espectacular, por la personalidad del accidentado y la sangre fría y serenidad demostrada al dirigir, personalmente, la operación de recogida de los miembros amputados.Nervios de acero para mantener el pulso firme, habilidad para manipular estructuras microscópicas, entrenamiento permanente e imaginación para hacer frente a los imprevistos que surgen en el acto quirúrgico son algunas de las características del cirujano que realiza reimplantes de miembros amputados traumáticamente por un accidente. La microcirugía traumatológica, que empezó a desarrollarse a principios de. los años setenta, hoy día puede reimplantar dedos, manos y brazos. El éxito de esta operación depende en gran medida de la buena conservación del miembro amputado y del tiempo transcurrido entre el accidente y el ingreso en el centro hospitalario adecuado.

"Creemos que es la primera reimplantación bilateral -es decir, de los dos antebrazos- que se realiza en el mundo", señala Miguel García Munilla, director médico de Asepeyo, al referirse al caso de Pérez Rubio. "Hemos consultado las fuentes más fidedignas", añade, "y, según éstas, no se conoce ningún otro caso publicado en la literatura médica mundial".

Implante o prótesis

José Luis de Haro, jefe de la Unidad de Cirugía de la Mano de Asepeyo, bajo cuya dirección se desarrolló la operación practicada a Pérez Rubio, aclara que hoy por hoy sólo se reimplantan dedos, manos y brazos seccionados hasta la altura del codo. "Si la amputación se produce más arriba del codo, no está indicado el reimplante", explica. 'Lo mismo ocurre cuando se produce en el pie o a cualquier otra altura de la pierna. En estos casos, la indicación conveniente es una prótesis".La finalidad de este tipo de intervenciones es recuperar lo más posible la función del miembro accidentado, dejando a un lado la cuestión estética. "El dedo pulgar, por principio, siempre es reimplantable, porque tiene una función de pinza fundamental para la mano", explica De Haro. "El meñique, sin embargo, es secundario. Ahora bien, siempre hay que tener en cuenta la actividad que desempeña el paciente, porque para un pianista todos los dedos son importantes, pero para un mecánico o un obrero la ausencia del anular no representa funcionalmente nada".

La edad y las características del paciente, la forma en que se ha producido la amputación del miembro, la conservación de éste y el tiempo transcurrido entre el accidente y el ingreso en un centro hospitalario adecuado son variables que juegan a favor o en contra del éxito final de la operación. La edad tope se sitúa en los 55 años. Un paciente diabético o con otras patologías severas no es tributario de esta intervención. Se desaconseja incluso en los grandes fumadores, ya que la nicotina cierra los vasos sanguíneos y dificulta considerablemente este tipo de cirugía.

Las amputaciones con un mejor pronóstico son las que tienen un corte limpio; con peor pronóstico le siguen las producidas por arrancamiento, aplastamiento y desguantamiento (lesión que se produce del mismo modo en que se saca un guante). La gran mayoría de las amputaciones traumáticas se deben a accidentes de trabajo -un 30% en la mano-, fundamentalmente por arrancamiento. Según indica De Haro, es muy importante que la parte amputada conserve al máximo su integridad. "Ante un miembro triturado", advierte, no hay nada que hacer".

La intervención quirúrgica se empieza con la limpieza aséptica de las dos partes seccionadas y la señalización de todas las estructuras que van a ser reparadas. Después se pasa a la osteosíntesis o unión de los huesos, y se sigue con la sutura de músculos, tendones, vasos sanguíneos (arterias y venas) y nervios. Se concluye cerrando la piel y dejando algunas zonas abiertas de drenaje.

La operación se realiza, en su mayor parte, con microscopio e instrumental de alta precisión. Se trabaja con estructuras que no son apreciadas por la vista y se sutura con hilos cuyo grosor es la mitad del de un cabello. Su duración oscila entre las tres o cuatro horas y media de la reimplantación de un dedo hasta las 18 horas que requirió la reimplantación de los dos antebrazos de Pérez Rubio.

Los 12 días que siguen a la operación son críticos, y hasta pasadas tres o cuatro semanas no se puede cantar victoria, según dice el doctor De Haro. La rehabilitación es pieza fundamental del éxito final, y aquí desempeña un papel muy importante la colaboración del propio paciente. Pero De Haro apostilla que el miembro reimplantado nunca recuperará su movilidad primitiva: "En los casos óptimos alcanzamos hasta el 70%. La media se sitúa en el 40%. Con Pérez Rubio intentaremos que pueda comer, vestirse y desarrollar funciones que le den autonomía".

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