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Craxi ataca a los comunistas italianos tras ser derrotado en su partido

El antiguo líder socialista italiano Bettino Craxi, derrotado el jueves en la asamblea de su partido, lanzó ayer sus dardos contra buena parte del espectro político italiano: desde el presidente del Senado, Giovanni Spadolini, número dos del Estado, hasta el de la Cámara, Giorgio Napolitano, fueron blanco de sus iras. Pero Craxi se cebó sobre todo en los comunistas, la fuerza frente a la cual afirmó su poder contractual el socialismo italiano. Craxi compareció ayer en vista pública ante el juez Antonio di Pietro.

Tenso y visiblemente deprimido, aunque sin perder la arrogancia en momento alguno, el político más temido de la Italia de los ochenta, que el jueves fue silbado y dejado en minoría por sus correligionarios, aceptó inesperadamente prestar ayer declaración, como "testigo de delitos relacionados", en el juicio contra el financiero Sergio Cusani.Cusani, ausente en su propio proceso, es el financiero próximo a Craxi que creó los mecanismos mediante los que el grupo Ferruzzi pagó en 1991 la mayor comisión ilegal detectada -de 140.000 millones de liras (más de 12.000 millones de pesetas)-, destinada a los cinco partidos del Gobierno. Pero Di Pietro ha convertido este juicio en un proceso paralelo contra los célebres testigos que ha citado, a fin de establecer ciertos hechos de cara al futuro. Entre tales testigos, se cuentan los líderes en la pasada década de los partidos democristiano, socialista, socialdemócrata, liberal y republicano.

"Yo siempre estuve perfectamente al corriente de la naturaleza no regular de la financiación de los partidos. Comencé a entenderlo cuando llevaba todavía pantalones cortos", declaró ayer Craxi.

Con la boca seca

Esta declaración del ex líder socialista contradijo la realizada en la mañana de ayer mismo por Arnaldo Forlani, el ex secretario democristiano, que es el único de los testigos que, con la boca tan seca que la escasa saliva se le escapaba por las comisuras de los labios, negó durante tres horas a Di Pietro haber sabido jamás que los fondos recogidos por su secretario administrativo fueran ilegales Una curiosa coincidencia entre Forlani y Craxi es, sin embargo, que ambos negaron la existencia de la supercomisión de Ferruzzi."Los balances de los partidos eran todos sistemáticamente falseados", sostuvo, por otra parte, Craxi, que, ante un sistema en el que, dijo, todos -políticos y grandes empresarios- estaban implicados, se preguntó cómo alguien puede considerar realista que ni Spadolini ni Napolitano supieran lo que ocurría en sus partidos.Pero fueron los comunistas, el grupo en el que ha militado Napolitano, el blanco de los ataques de Craxi, al día siguiente de la decisión del Partido Socialista Italiano (PSI) de cambiar de nombre y ruta para cooperar con el ex comunista Partido Democrático de la Izquierda (PDS). "El partido comunista no estuvo nunca en el Gobierno, pero construyó la máquina burocrática más potente del mundo occidental con financiación en buena medida ilegal", dijo Craxi.

El ex secretario del PSI afirmó que los comunistas italianos mantuvieron hasta 1981 una estructura clandestina, que incluía comunicaciones de radio e imprentas para la fabricación de documentación falsa, en colaboración "con el KGB".

El testigo dijo que los ingresos ilegales de su partido podían ser del orden de unos 5.000 millones de pesetas al año. El caso es que, pese a esos ingresos, el PSI se encuentra con un patrimonio económico que parece aún más irrecuperable que su destrozado prestigio político. Ese es el sentido del cambio promovido por el actual secretario, Ottaviano del Turco, con el apoyo del 58% de los participantes en la asamblea celebrada el pasado jueves.

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