La sombra de Chavela es alargada
Chavela Vargas comenzó anoche la serie de tres conciertos que casi seguro significarán su despedida artística de España. El teatro Albéniz estaba abarrotado. Chavela Vargas transmitió, como siempre, algo fundamental en la música popular, la emoción. Su repertorio está formado por canciones bellísimas, algunas de las cuales han dado la vuelta al mundo. "Nada me han enseñado los años; siempre caigo en los mismos errores", canta. Sin embargo, todo parece indicar que la vida le ha enseñado mucho y que sólo cae en los errores necesarios. Por ejemplo, el pensar, el sentir, el delirar, el volver.Desde el punto de vista meramente profesional, su montaje es magnífico. Está perfecta en el fraseo, en la intencionalidad, en el susurro y en el grito. Salió vestida con un poncho blanco y pantalones blancos, botas blancas. Efectivamente, el encuentro con Chavela es un encuentro con la soledad de cada cual. Pero es una soledad sonora e incluso compartida.
Ella dice en Un mundo raro que viene de un mundo raro, pero también dice que el amor va consigo. Chavela consigue inocular en la música popular sentimientos comunes a toda la gente, provenga de donde provenga. Y eso es precisamente la música popular.
Cantó durante hora y media sin respiro y en ningún momento dio muestras de cansancio, de agotamiento; al contrario, el concierto fue un crescendo que dejó anonadado al público, un público variopinto en todos los conceptos. "Cuando tú te hayas ido me envolverán las sombras", cantó. Pues eso es si Chavela se va como se susurra entre sus allegados, las sombras nos van a envolver a todos. Pero que haga lo que ella quiera, lo que le pida el cuerpo y el alma, porque estas sombras que ella nos deja están borrachas de ternura involvidable.
Babelia
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