Ola de asesinatos

EL ASESINATO en las últimas horas de dos extranjeros más en Argelia, un jubilado francés y un técnico británico de la industria petrolífera, demuestra que estamos, más que ante una ofensiva de intimidación, ante una guerra abierta de grupos terroristas islámicos cuyo fin es expulsar a toda la colonia de ciudadanos no argelinos que residen en ese país. Cuando el 2 de diciembre fue asesinado el industrial español Manuel López Bailén en una carretera de montaña, a unos 85 kilómetros de Argel, hubo intentos, de explicar el crimen sin relacionarlo con el terrorismo islámico. Sin embargo, los datos facilitados por el Gobierno argelino son claros. Y los hechos ocurridos en los últimos días confirman que estamos ante una campaña de algunos sectores del integrismo islámico que quieren impedir que Argelia conserve sus relaciones con los países extranjeros: el 3 de diciembre fue asesinada una ciudadana rusa, casada con un argelino, mientras hacía la compra. Al día siguiente un grupo disparó contra un hombre de negocios italiano que se ha salvado de milagro.Es difícil imaginar una ola de asesinatos más arbitraria e indiscriminada: las víctimas lo son por el mero hecho de ser extranjeras, sin ninguna otra consideración. Y los atentados se producen en los lugares más diversos del país, lo que elimina la hipótesis de que se trate de un grupo local aislado y más o menos incontrolado. En realidad, se está cumpliendo la amenaza contenida en el ultimátum emitido por el Grupo Islámico Armado a finales de octubre, anunciando que, a partir. del 1 de diciembre, todo extranjero que permaneciera en tierra argelina estaría en peligro inminente de muerte.

El Alto Comité de Estado de Argelia decidió recientemente la suspensión de todas las penas de muerte para favorecer la apertura de negociaciones con los sectores islamistas que no apoyan la violencia. El hecho de que poco después de este gesto conciliador comenzara la ola de asesinatos de extranjeros indica claramente que existen grupos, dentro del islamismo militante, que quieren impedir toda posibilidad de negociación. Es lógico pensar que otros sectores islamistas tienen una actitud diferente. Algunos ya han reaccionado contra los asesinatos. Pero en el actual estado de guerra civil y de exacerbación nacionalista y racista es muy fácil que la consigna de "matar extranjeros" se extienda entre los diversos grupos armados.

Hasta ahora, las medidas adoptadas por las autoridades de los diversos países no parecen haber sido suficientes. Muchas familias españolas han sido repatriadas, pero el Gobierno argelino está obligado a reforzar la protección de quienes, por una causa u otra, deben permanecer en Argelia. No será fácil. Un solo fanático armado se basta para provocar nuevas muertes, y, lamentablemente, los últimos hechos de muestran que no estamos ante ataques aislados de al gún iluminado. Pero hay que animar a Argel a una política de dos vías: conciliación hacia los sectores mayoritarios del movimiento islamista y firme represión del terrorismo, sin duda minoritario. Nos va mucho en ello a todos los países de la cuenca mediterránea, particularmente a España.