El triunfo de la izquierda, factor de estabilidad en Italia
Los mercados financieros saludan la derrota de los neofascistas y federalistas con fuertes alzas de la Bolsa y la lira
La fuerte subida, del 3,27%, registrada ayer por la Bolsa italiana y el alza paralela de la lira, que ganó un 0,50%o frente al marco alemán, han subrayado como un factor de estabilidad el triunfo de la izquierda en las elecciones municipales parciales celebradas el pasado domingo en Italia. La coalición de fuerzas progresistas, aglutinada en torno al Partido Democrático de la Izquierda (PDS), ex comunista, obtuvo las cinco principales alcaldías que se disputaban, venciendo a los candidatos federalistas de la Liga en el norte y del neofascista Movimiento Social Italiano (MSI) en el sur.
Achille Occhetto, el líder del PDS, que nada más conocer los resultados de Roma anunció, el domingo por la noche, que el próximo objetivo de su partido es el Gobierno de la nación, reiteró también de inmediato que es compromiso firme de su partido que prosiga el saneamiento de las finanzas públicas y que los presupuestos para el ejercicio de 1994 sean aprobados por el Parlamento en las próximas semanas.Tales declaraciones del líder de la izquierda suscitaron reacciones positivas entre los operadores financieros. Klaus Elsner, director de cambios de la Deutsche Bank, comentó, por ejemplo, que "en los mercados hay una cierta esperanza de que el panorama político italiano pueda estabilizarse".
La satisfacción por la victoria de la izquierda italiana fue expresada también por los representantes de las asociaciones de industriales de las cinco capitales de provincia en liza en los comicios del pasado domingo: Roma, Nápoles, Génova, Trieste y Venecia.
Sin embargo, las reacciones de optimismo provenían también de medios políticos, a veces con cierta sorpresa, como fue la del ex democristiano y ex presidente de la República Francesco Cossiga, que confesó que, aunque en la primera vuelta había votado en Roma por el verde Francesco Rutelli, en la segunda lo hizo por el dirigente neofascista Gianfranco Fini, "por equilibrismo político".
Con esta victoria, el PDS se propone legítimamente como candidato a la guía de nuestro país, poniendo fin a un periodo histórico de dura confrontación política e ideológica como consecuencia del bipolarismo Este-Oeste", añadió, no obstante, Cossiga.
Mal menor
En otros sectores se compartía la satisfacción de un mal menor bien expresado por Lucio Coletti, editorialista de Il Corriere della Sera, quien, viendo alejarse la perspectiva de un Parlamento ingobernable, dividido en el mejor de los casos entre la Democracia Cristina (DC), la Liga Norte y el PDS, y, en el peor, en una mayoría inconciliable polarizada entre el MSI y la Liga Norte, afirmaba: "Frente al caos, ni siquiera un Gobierno presidido por Achille Occhetto me parece una perspectiva catastrófica".La buena respuesta, ayer, de los mercados financieros confirma, en cualquier caso, que la reacción negativa del pasado 22 de noviembre, después de la primera vuelta de estas elecciones administrativas parciales, respondió, sobre todo, al hundimiento de la Democracia Cristiana que las urnas hicieron patente aquel día.
Según esta argumentación, el crash del 23 de noviembre fue una consecuencia directa de las amenazas de democristianos y socialistas de hacer caer el Gobierno y no aprobar la Ley de Presupuestos. Analistas financieros de Milán señalaron ayer: "En estas circunstancias la victoria de la izquierda ha sido lo más positivo para los mercados".
Los bulos y gestos teatrales -supuestos golpes de Estado, espectros estalinistas, amenazas de secesión norista o improbables maniobras militares para impedir la separación de Lombardía- que los dirigentes italianos han lanzado interesadamente, con gran falta de prejuicios, a la arena política, implican, en efecto, un elevado coste económico para un proceso que finalmente ha aclarado el siguiente panorama: en Italia hay un frente progresista relativamente compacto y una derecha escindida entre el Movimiento Social Italiano y la Liga Norte.
Queda un vacío en el centro, que se refleja incluso en un aumento de la abstención, producto de la caída de la Democracia Cristiana.
Y en ese panorama, que visto desde la calle es mucho menos dramático de lo que suelen pintar las distintas cajas de resonancia política, ha empezado ya a jugarse la baza de las elecciones generales, que, si las maniobras y presiones diversas que volverán a manifestarse lo permiten, se celebrarán durante la primavera próxima.
Achille Occhetto, seguro de que la moderación y la sobriedad que ha demostrado se corresponden con el sentimiento de la calle, y es la clave de su victoria, se dispone a concretar una coalición de Gobierno, a poder ser más orientada al centro que al izquierda ortodoxa, es decir, sin Refundación Comunista.
Umberto Bossi, el líder de la Liga Norte, reconoce que su partido "no puede seguir aislado", e intenta conectar con el ex democristiano Mario Segni y su proyecto de centro, aun a riesgo de que su federalismo de tonos secesionistas se quede en agua de borrajas.
Segni y los democristianos que le secundan constatan que el tiempo apremia, mientras el neofascista Gianfranco Fini lanza una Alianza Nacional, la nueva derecha, convencido de que el centro ha muerto y que Italia no lo necesita.
El empresario Silvio Berlusconi, entretanto, insiste en que él tampoco renuncia a esa idea. De hecho, un diputado liberal anunció ayer la inminente entrada del magnate de la televisión en la arena política.
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