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La paz mposible

Los esfuerzos diplomáticos para acabar con la guerra de Bosnia chocan con la intransigencia de las tres partes

La mesa de negociaciones ha resultado ser una trinchera más de la guerra de Bosnia-Herzegovina. Ni un solo plan de paz ni alto el fuego ha logrado detener la continua batalla. Tan solo pequeños pactos han servido para arrancar de Sarajevo o Mostar a decenas de niños heridos, enviar convoyes humanitarios repletos de alimentos a ciudades cercadas como Srebrenica o para intercambiar decenas prisioneros y cadáveres en Bosnia central.Casi un año después del comienzo, el 3 de enero de 1993, de la Conferencia de Ginebra, destinada a poner fin a la primera guerra europea desde 1945, nada ha cambiado.

Por aquel entonces, en el primer semestre de 1993, la comunidad internacional se empeñó en un ambicioso plan de paz que pretendía la división de Bosnia-Herzegovina en diez provincias autónomas. Se llamó Vance-Owen, en homenaje a sus mentores: los mediadores internacionales, lord Owen, nombrado por la Comunidad Europea (CE), y Cyrus Vance, elegido por la ONU. Aquel plan se basaba en el principio de unidad territorial de Bosnia-Herzegovina y en el rechazo de, la partición del país en base a criterios étnicos. Proponía un Gobierno descentralizado, un Parlamento común elegido democráticamente y una presidencia tripartita, con un serbio, un croata y un musulmán.

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El plan fue abruptamente rechazado en mayo por el llamado Parlamento serbio de Bosnia que fue insensible a todas las amenazas, incluso las de intervención aérea. El 19 de mayo, el 96% de los serbios bosnios, en un controvertido referéndum rechazó el plan, lo que ofreció a su líder, Radovan Karadzic, la excusa para elevar la apuesta sobre todos los territorios de Bosnia controlados por su Ejército.

Owen considera que aquel fracaso se debió a la bisoñez de la nueva Administración de Bill Clinton, que criticó imprudentemente el plan sin tener alternativa. Clinton atribuyó al plan el carácter de "premio a los agresores" después de que los mediadores hubieran obtenido el acuerdo de las tres partes sobre los principios de división de Bosnia en diez provincias. Aquel inesperado ataque norteamericano fue utilizado como excusa por los serbios para rechazar el plan y alentó la esperanza musulmana de una ayuda exterior.

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La idea de la partición

La comunidad internacional no utilizó la fuerza en mayo, sino que redobló su empeño negociador y convocó una nueva ronda de conversaciones. En junio, se discutía sobre un nuevo criterio: la partición de Bosnia en tres Estados étnicamente puros, idea impuesta por serbios y croatas, que habían logrado un pacto previo. El presidente bosnio, Alia Izetbegovic, quien se negó a participar en aquellas conversaciones, sufrió un intento de motín en el seno de la presidencia bosnia encabezado por su rival el también musulmán Fikret Abdic, líder del enclave de Bihac.

Tras ceder Izetbegovic, julio y agosto fueron meses de complejas negociaciones, algunas celebradas a bordo del portaaviones británico Independence, que lograron generar un segundo plan: el Owen-Stoltenberg. Este abandonaba todos los principios básicos defendidos en el anterior y aceptaba la desaparición de Bosnia-Herzegovina como nación al dividirse en tres Estados étnicamente puros. Los musulmanes, que controlaban por las armas el 11 % del territorio se veían recompensados con el 31% del territorio. Sarajevo y Mostar quedaban, respectivamente, bajo la protección de la ONU y de la CE. Sin embargo, el Parlamento bosnio, rechazó este plan el 29 de septiembre y exigió más territorio. La comunidad internacional no se apresuró en dibujar un tercer mapa. El nuevo intento ha tenido que esperar a la llegada del invierno, cuando el intenso frío se convierte en la última vuelta de tuerca de una tortura que dura 19 largos meses.

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