Italia

Elecciones anticipadas. En Italia, claro. Tras la escandalosa acusación al presidente Scalfaro de haber cobrado propinas de los servicios secretos durante su etapa de ministro del Interior en el Gobierno de Craxi, los de la Liga, los de Occhetto, los neofascistas, piden elecciones anticipadas porque los referentes democráticos desaparecen día a día y el sistema no puede sostenerse sobre los únicos puntos de apoyo de un poder judicial convertido en Superministerio de la Catarsis y en unas Fuerzas Armadas que de vez en cuando se van a la cama con bailarinas de la danza de los siete velos, de la tentación del golpe de Estado, aunque hasta ahora no se hayan quitado el último. Más transparencia en la relación poder real-poder político es imposible. El jefe de Gobierno, Ciampi, representa al poder financiero químicamente puro, y Scalfaro, el presidente de la República, aportaba la seguridad de pisar firme sobre el suelo y el subsuelo de los aparatos más apenumbrados del Estado. Ni por esas.En Roma me dijeron que empezaban a no entender nada de nada. En Nápoles, que tenían miedo, tal vez porque una nieta de Mussolini es candidata a la alcaldía. En Milán hasta los de la Liga empiezan a tener la sensación de no saber qué hacer ni qué decir. Desde el desconcierto se me pregunta si les iría bien imitar el proceso de transición a la española: "¿De qué transición se trata? ¿Es que quieren ustedes volver a la monarquía?". "No... no es eso... Pero como todo el mundo dice que lo de la transición española sienta tan bien...". Raya de cocaína o agua bendita de Lourdes, nuestra transición tiene prestigio exterior y sólo la paquidérmica organización de nuestra enseñanza ha impedido que cuajara una nueva especialidad universitaria: agente internacional para transiciones del cero al infinito.