Caligramas y constelaciones
De entre las distintas propuestas que la mayoría de las galerías de Barcelona nos presentan estos días a modo de homenaje a Joan Miró, pocas nos parecen tan acertadas como la doble aportación de Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955). Bajo los títulos El rastre de les coses: cal.ligrames de llum y Constel.lacions: pluja d´estels, este fotógrafo logra referirse al universo del maestro conmemorado desde una óptica irónica y personal, además de inmersa en sus habituales especulaciones estéticas.Para la realización de los caligramas de luz que presenta en la galería Antonio de Barnola, Fontcuberta recogió diversos elementos naturales (flores, hojas, ramas) de los paisajes de Mont-roig y Mallorca, para colocarlos después sobre papel fotosensible y exponerlos a la luz -mediante la técnica conocida como fotograma-, para que ellos mismos crearan su propia representación. Estas imágenes, obtenidas sobre papeles de distintas tonalidades, conforman una suerte de mosaicos al alternarse con otras de naturaleza similar, pero que no están fijadas y que se irán degradando con el tiempo tal y como los objetos que las han originado.
Joan Fontcuberta
Galería Antoni Estrany. Passatge Mercader, 18. Hasta el 13 de noviembre. Galería Antonio de Barnola. Palau, 4. Barcelona. Hasta el 30 de octubre.
Se trata de unos trabajos decorativos sólo aparentemente, que remiten a los estampados florales que ya antes han interesado a Fontcuberta, puesto que, en el fondo, suscitan interesantes cuestiones epistemológicas y lingüísticas. A saber, las fronteras entre la realidad y su representación, lo natural y lo artificial, y la naturaleza misma de la fotografía y su supuesta objetividad. Las formas que se nos presentan recuerdan a veces, además, ciertos trazos automáticos y caligramáticos mironianos.
Por otra parte, en la galería Antoni Estrany, Fontcuberta presenta una serie de constelaciones a modo de fotografías astronómicas. A primera vista podríamos pensar que se trata de refinados ejercicios técnicos de prospección espacial -con anterioridad, Fontcuberta ha imitado la retórica expositiva de distintas disciplinas científicas-, que además de referirse a la tradición romántica de lo sublime, constituyen imágenes de gran contenido plástico.
En realidad, sin embargo, lo que se nos presenta son ampliaciones de reproducciones fotogramáticas de distintos parabrisas de automóviles sobre los que se han estrellado mosquitos y otros insectos. Vemos, pues, cartografías de paisajes orgánicos conformados al azar, en último término por una sucesión de muertes violentas que, como en la serie de caligramas comentada anteriormente, se han obtenido permitiendo que una materia orgánica reconfigure su propia representación. Y destacar, que no es poco importante, que todo el sustrato teórico de estas obras no empana nunca la enorme belleza aurática de su presencia.
Babelia
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