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Yeltsin anuncia que "dentro de unos días" firmará un esperado decreto sobre compra-venta de tierra

Pilar Bonet

El presidente de Rusia , Borís Yeltsin, eligió ayer la ciudad de Yaroslavl, a unos 250 kilómetros al noreste de Moscú, para afirmarse como estadista unificador y reformador,usando como referencia a Yaroslavl el sabio, un príncipe del siglo XI que contribuyó reunir las tierras rusas y realizó un código legal modélico durante siglos. Yeltsin, que viajaba por primera vez a las provincias desde el asalto al parlamento, anunció que "dentro de unos días" firmará un esperado decreto sobre la tierra. el texto es una de las bases de la reforma económica y debe permitir la compra-venta de terrenos.

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Los sectores radicales han presionado para que el documento ponga trabas a los sovjoses y koljoses, las haciendas colectivas que fueron la base de la agricultura soviética. Según la agencia Itar-Tass, Yeltsin dijo ayer, sin especificar, que el decreto será "el que esperábamos". "La mitad de mis quebraderos de cabeza ha desaparecido al concluir toda esta lucha por el poder", afirmó el presidente, que dijo concentrarse ahora en la construcción del Estado".En Yaroslavl, Yeltsin se reunió con varios jefes de la Administración de las provincias de la Rusia central. Precisamente las características del puesto de jefe de la Administración (gobernador provincial) constituyen uno de los temas polémicos de la reforma política, ya que, según el criterio que se imponga (elección o nombramiento) los gobernadores provinciales pueden ser o bien figuras independientes y políticas o bien administrativas y dependientes del centro.

Borís Yeltsin dejó ayer la decisión sobre las elecciones presidenciales en manos del futuro Parlamento (Asamblea Federal). Ayer se reunió en Moscú una de las cámaras de la Conferencia Constitucional, el foro que elabora el texto de la futura ley fundamental.

El último borrador de este documento ha recuperado el corte presidencialista que perdió en el proceso de concertación del pasado verano. También tiende a recuperar el terreno cedido por el Kremlin a los territorios rusos a lo largo de los últimos dos años.

El borrador omite las referencias al Tratado Federal (un documento con rango constitucional firmado en marzo de 1992) y a la "soberanía" de las repúblicas. Esta maniobra era criticada duramente ayer por los dirigentes de, las. repúblicas de Tatarstán y Bashkiria, que se ganaron su propia soberanía en referéndum.

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En contraste con el tono comedido mostrado por los dirigentes locales tras el asalto al Parlamento ruso, el presidente de Tatarstán, Mintimer Shaimiev, manifestó al periódico Nezavisimaya Gazeta que la soberanía de su república no es un "invento" de los funcionarios moscovitas y afirmó que, de no recogerse el principio de soberanía en la Constitución, Rusia será un "imperio" o una "monarquía", pero no una "federación".

En un tono semejante se expresó el presidente del Sóviet Supremo de Bashkiria, Murtazá Rajimov, según el cual ningún funcionario moscovita puede arrebatar la soberanía a las repúblicas. Yeltsin, por su parte, intenta sacar el máximo capital político de su victoria reciente sobre el Parlamento.

Múltiples peligros

En opinión de un analista cercano al presidente, las fuertes presiones que el centro ejerce para hacerse con las riendas del país conllevan múltiples peligros, ya que si los territorios -asustados por el destino del Parlamento federal- no se doblegan, Moscú puede verse abocada a recurrir a la violencia para consolidar el Estado.

La preparación para las elecciones sigue adelante. Los empresarios, un factor clave de la Rusia poscomunista, se reparten hoy entre distintos grupos políticos. Concurre también por su cuenta uno de los grupos económicamente más poderosos, el Partido de la Consolidación, formado por petroleros siberianos y comerciantes de metales y materias primas de los Urales.

Hasta el viernes se presentaron ante la Comisión Electoral Central cinco listas federales de candidatos, y entre ellas no estaba aún la Opción de Rusia, el bloque con vocación de partido presidencialista.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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