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Cédras rechaza la Embajada de Haití en España para mantenerse en el poder

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Aristide, mimado por EE UU

Junto a esta posibilidad, que en su momento conoció el Gobierno español a través de sus representantes en la zona, se le planteó también al jefe de la policía de Puerto Príncipe, el coronel Michel François, la eventualidad de ser el nuevo agregado militar de su país en Chile, pero también fue rechazado. Cédras y François, de 43 y 36 años respectivamente, son el tapón que impide en estos momentos el retorno del ex sacerdote salesiano Aristide a Haití y, por ende, el restablecimiento de la democracia en esta república.Cédras fue el militar que lideró el golpe que en 1991 acabó con el régimen constitucional de este país. La elección de España por parte de Malval como destino del golpista Cédras obedece, por un lado, a que es uno de los países en los que Haití no tiene en estos momentos nombrado embajador y también porque entre 1975 y 1976 este jefe militar residió en Toledo como becario de la Escuela Central de Educación Física del Ejército español.

Además de ser ambos los responsables del Ejército y la policía, con 7.000 efectivos regulares y una fuerza mercenaria de attachés (agregados) que siembran el terror en Puerto Príncipe y las comunidades del interior rural de esta república, Cédras y François representan el nuevo duvalierismo (los Duvalier gobernaron dictatorialmente Haití durante tres décadas) que se afianza en determinados estamentos sociales del país.

Sólo en los dos años en que se han mantenido al frente de las dos instituciones, que en la práctica es una sola, han sido asesinadas más de 3.000 personas, la mayoría seguidores del presidente Aristide. Todavía siguen apareciendo cadáveres en los basureros de Puerto Príncipe de personas que en su día se caracterizaron por acompañar en el movimiento Lavalas (Avalancha) al primer presidente democrático que ha tenido este país.

La salida que le brindaba Malval a estos dos jefes militares comportaba también borrón y cuenta nueva en cuanto a sus respectivas fortunas, hoy bloqueadas en lo que respecta a sus depósitos bancarios en Estados Unidos. A estos dos militares se les calcula una inmensa fortuna obtenida del contrabando y el narcotráfico en estos dos últimos años de régimen golpista en los que, por otra parte, han desaparecido 80.000 puestos de trabajo, la economía está en una auténtica bancarrota y las arcas del Estado son permanentemente saqueadas.

Una amnistía polémica

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Cédras y François se niegan a abandonar sus puestos porque desconfían de la amnistía decretada por Aristide. Temen, según han expresado en varias ocasiones, que esa medida de gracia de la que habla Aristide, no tramitada a modo de ley, sea un engaño y que en el futuro, una vez calmada la situación, tanto ellos como otros oficiales del Ejército implicados en el golpe de 1991 tengan que rendir cuentas ante la justicia.

El Gobierno de Estados Unidos reiteró ayer su pleno apoyo a Aristide y salió al paso de informaciones de la CIA en las que se afirmaba que el depuesto presidente de Haití tiene un carácter inestable y depresivo.

Mientras Cédras y François se agarran al sillón del poder, la gente de la calle comienza a sufrir en sus propias carnes los efectos del bloqueo. Puerto Príncipe amaneció ayer prácticamente sin gasolina y con la red del transporte público, una de las pocas cosas que funciona en este país, con grandes problemas.

Las tres compañías de petróleo norteamericanas que operan en la capital y en las zonas residenciales, como Pétionville, concretamente la Esso, Shell y Texaco habían ya cerrado sus estaciones de servicio o se encontraban prácticamente expidiendo sus reservas. Colas interminables de automovilistas esperaban impacientemente en la calle el milagro de que algún camión cisterna llegara a las gasolineras cargado de combustible. Haití tiene 50.000 vehículos, de los que 25.000 son de transporte público.

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