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Tribuna
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Helicópteros

Dicen que los utilizan para vigilar, pero es tan raro. Un atraco es muy rápido, en un portal un hombre amenaza con una navaja a otro, toma su dinero y sale corriendo. ¿Ven eso los helicópteros? ¿Hay patrullas voladoras que persiguen desde el cielo a los atracadores? No parece probable.Además, lo he comprobado, nunca salen en las noticias de sucesos. Cierto que algunos tienen objetivos precisos: sobrevuelan los partidos de fútbol, rastrean el país después de un atentado, estudian el tráfico. Se trata de helicópteros comprensibles, intermitentes como la melancolía.

Me preocupan los otros, esos que recorren el cielo de Madrid desde el amanecer hasta la madrugada.

Un joven abre la ventana de su dormitorio para que se ventile, una mujer cruza la calle, ambos levantan la cabeza, no ven nada y, sin embargo, distinguen, a la altura del cielo, un rumor de helicóptero.

Ahora que el Ayuntamiento ha prometido librarnos del ruido: ¿qué misión puede ser la que justifique miles de decibelios por el aire sólo a cambio del vuelo de uno o dos hombres?

He preguntado. La hipótesis más extendida se refiere a la conciencia. Su difícil tarea sería disuadirnos de cometer, si no el mal, sí, cuando menos, el pequeño delito ciudadano; son acaso modernos emblemas del pecado, o un remedo de la olvidada omnividencia comunista.

El profesor Paul Virilio ha escrito hace poco un artículo donde resucita la clásica comparación entre una ciudad y un barco, para preguntarse qué objeto o qué zona de la ciudad puede corresponder al bote salvavidas. Mentes soñadoras aseguran que ése es precisamente el papel de los helicópteros.

De momento, sólo están practicando, pero cuando cojan confianza y presupuesto se ocuparán de los habitantes caídos, de los que están a punto de ahogarse en la ciudad, los mendigos, los colgados, los enfermos públicos. Al grito de "hombre al agua", el copiloto bajará a buscarlos por una escalerilla; después, no sé qué harán con ellos.

Hay, como siempre, otra hipótesis: si un tipo abre la puerta de tu oficina, echa un vistazo y se va sin un saludo, sin dar explicaciones, entre otras cosas quiere deprimirte.

Así los helicópteros. No importa que hagan ruido, que emborronen los cielos de Velázquez. Importa que nos quitan la dignidad de estar solos, de buscar aliados y hacer frente al destino en esta marabunta.

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