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Crítica:MÚSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Wagner en su grandeza

Si el primer concierto de Celibidache y los filarmónicos de Múnich constituyó un éxito unánime, en el segundo, el clamor alcanzó esas cotas que parecen reservadas a los mitos. Pero lo magnífico es que Sergiu Celibidache no es, ni pretende ser, un mito, sino algo mucho más dificil de alcanzar y que el aparato de la industria musical es incapaz de fabricar: un músico de cuerpo entero, un artista que entregó su existencia a la verdad de su vocación y un maestro cuyo rigor se autoaplicó desde los mismos días de su juventud, bien atizado por el severo y sabio Heinz Tiessen.Las dimensiones del arte de Celibidache elevan la interpretación hasta niveles que rozan la creación. Todo lo cual se hizo inolvidable lección en la Tercera sinfonía de Bruckner, pero, lógicamente, produjo mucho mayor impacto con algunos de los mejores fragmentos de Wagner: oberturas de Los maestros cantores y Tannhausser, marcha fúnebre de El crepúsculo de los dioses, los Encantos del Viernes Santo, de Parsifal, y el Idilio de Sigfrido.

Sergiu Celibidache

Ciclo Ibermúsica-Tabacalera.Orquesta Filarmónica de Múnich. Director: S. Celibidache. Obras de Wagner. Auditorio Nacional. Madrid, 13 de octubre.

Quizá el punto más elevado entre las alturas que alcanzó Celibidache fue la admirable página que Wagner regaló a Cósima el día de Navidad de 1870, probablemente uno de los trozos wagnerianos de más problemática realización. Wagner deseaba para su Idilio una duración, que parece imposible, de media hora. Celibidache se acerca a ella, mas su criterio fenomenológico tampoco puede violentar la demanda de la música, en su discurrir temporal. No puede quedar el idilio mejor explicado y a la vez mejor sentido que como lo hace este maestro nacido en un cruce de culturas, formado en Alemania y enamorado del Sur. Puede que estas raíces expliquen el milagro celibidacheano: sentido constructivo y expositivo a la alemana y materia sonora de tal luminosidad que se aparta del gusto tedesco por las frecuencias graves.

La Música del Viernes Santo, tan discutible en su religiosidad cristiana pero de tan singular y ensimismada belleza, sonó con extremada pureza artística, de modo que la audiencia parecía no poder respirar, lo que se produjo en obra de signo tan distinto, la marcha fúnebre de El crespúsculo, con lo que de la meditación pasamos a la exaltación a través de un camino de ascesis. Tannhausser, Los maestros, nos parecieron a todos páginas de estreno, no porque Celibidache añada cuota alguna de originalidad, sino por la superior medida de su perfección.

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