Los divorciados que dejen el sexo podrán comulgar, según los obispos italianos
Los divorciados y vueltos a casar -obviamente por lo civil- o arrejuntados, podrán confesar y comulgar, a condición de que se abstengan del sexo y pasen a vivir como hermanos o simples amigos. Además, deberán trasladar su práctica sacramental a una iglesia en la que no sea conocidos, para evitar el escándalo.Así lo han declarado en una pastoral dedicada al matrimonio los obispos italianos, que, contra lo que se pueda pensar, no han demostrado intolerancia ni incomprensión hacia su grey. De hecho, las situaciones ahora reguladas estaban previamente condenadas a la ignorancia o al ostracismo.
Los cristianos deben abstenerse "de juzgar la intimidad de las conciencias ajenas", se dice incluso en el documento, que se venden en librerías desde comienzos de la pasada semana. Pero los obispos ponen claras condiciones para quien pretenda vivir una vida que pueda ser reconocida como digna dentro del ámbito eclesiástico.
La situación más difícil es la de los homosexuales con aspiraciones familiares. El documento de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) previene y proscribe las fórmulas familiares "en las que la diferencia sexual no resulte esencial ni necesaria".
Los casados por lo civil es claro que pueden regularizar su situación más fácilmente, pasando por la vicaría y contrayendo matrimonio canónico, lo que, por otra parte, es indispensable para que sus hijos puedan tener plenos derechos al bautismo. Pero esto no vale para los únicos en esa situación que probablemente querrán cambiarla, los ex sacerdotes que han obtenido la dispensa de sus votos y que, por la misma razón, tienen vetado casarse como católicos. La situación de este sector del catolicismo, que ni cuantitativa ni cualitativamente es despreciable, no merece la atención de los obispos. La separación física de los casados por la Iglesia es admitida como mal menor desde hace tiempo, aunque los afectados sí se les pide una disposición a revisar sus vidas, antes de los sacramentos.
Incluso el divorcio resulta admisible para la iglesia italiana -y ésta es la principal novedad del documento-, siempre que sea "el único modo posible de garantizar ciertos derechos legítimos, como el cuidado de los hijos o la tutela el patrimonio".
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