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SANIDAD

La sanidad alemana ocultó datos de contagio de sida a hemofílicos en 1985

El descubrimiento de que funcionarios del Ministerio de Sanidad alemán ocultaron, en 1985, un grave caso de sangre contaminada con el virus del sida, que pudo haber infectado a 373 personas, cuando ya había entrado en vigor la obligatoriedad de las pruebas en las reservas de plasma, ha creado un profundo malestar en la sociedad alemana y amenaza con provocar la dimisión del ministro de Sanidad, Horst Seeliofer. Numerosos informes apuntan a la posibilidad de que se hubiera intentado proteger no sólo intereses políticos, sino también de la industria farmacéutica y compañías aseguradoras.Seehofer, miembro de los socialcristianos bávaros (CSU), anunció ayer que no presentará su dimisión. "Reconozco mi responsabilidad política en la protección de la gente", dijo ayer ante una sesión especial del Bundestag (Parlamento alemán), "pero no puedo hacerlo dando pasos atrás ante problemas difíciles que conllevan un riesgo personal". El jueves, el ministro había despedido al director de la Oficina Federal de Sanidad (BGA), Dieter Grossklaus, y a Manfred Steinbach, un alto cargo de su ministerio, por no haberle pasado los informes sobre los cientos de víctimas de sida que probablemente contrajeron la enfermedad por transfusiones de sangre contaminada.

"Estoy convencido de poder solucionar el problema sobre la marcha y sacarlo de los titulares de la prensa", aseguró Seehofer. Según el ministro, de los 373 casos de infectados por las transfusiones, 360 sucedieron antes de octubre de 1985, cuando entró en vigor la ley que obliga al análisis de la sangre destinada a transfusiones; otros siete se produjeron en el mismo mes de octubre, sin que se pueda determinar la fecha exacta. Sólo cinco casos, aseguró, se produjeron después, y en uno de ellos no se ha confirmado el contagio de sida. El ministro anunció la creación de un fondo de 20 millones de marcos (1.600 millones de pesetas) para ayudar a los perjudicados.

Sangre comprada

El origen del caso hay que buscarlo en UB-Plasma-Labor, una empresa de Coblenza que vendió la sangre contaminada a varios hospitales de Baviera. Descubierta la presencia del virus, la empresa la retiró posteriormente, aunque ya no pudo evitar que se hubieran realizado transfusiones. Según Ulrich Moebius, un investigador y crítico de la industria farmacéutica, los documentos sobre el caso fueron almacenados durante todos estos años en cajas de zapatos, siendo retenidos para proteger a los productores de los productos contaminados. Moebius sospecha un compló entre las empresas farmacéuticas y la BGA, indicando que se trata de un caso similar al sucedido en la vecina Francia, donde 1.200 hemofílicos han contraído la enfermedad, y que acabó con condenas por fraude y negligencia criminal contra varios funcionarios de Sanidad.

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