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CRISIS DE ESTADO EN RUSIA

Cerrojazo a la libertad de expresión

R. F. La censura previa decretada por el presidente ruso, Borís Yeltsin, y el cierre de una serie de periódicos ya es realidad. Ayer no aparecieron Pravda, Rabóchaya Tribuna y Soviétskaya Rossia. Y los dos diarios más progresistas, Nezavísimaya Gazeta y Segodnia, salieron con espacios en blanco en los lugares censurados. De estos dos, el más afectado fue Segodnia, que vio prohibidos dos artículos íntegros: una declaración contra el cierre de los rotativos -además de los diarios mencionados, también han sido clausurados varios semanarios- y un artículo del brillante comentarista Serguéi Parjónienko sobre los acontecimientos en Moscú.

El más conocido de los diarios prohibidos es, indudablemente, Pravda. Ya antes, en dos oportunidades, este periódico tuvo que cerrar: en 1991, como ahora, porrazones políticas -era el órgano central del Partido Comunista y el diario más importante de la URSS, y en 1992, por causas económicas. Paradójicamente, en agosto de 1991, después de la intentona golpista realizada por un grupo de altos dirigentes soviéticos, Pravda fue prohibido por Ruslán Jasbulátov, el hombre al que ahora defendía.

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"Nuevamente somos víctimas del aplastamiento de la libertad de expresión. Sí, Pravda es un diario de oposición al actual régimen. ¡Pero no es el órgano de ningún partído! Sí, en nuestras páginas constantemente protestábamos contra el hecho de que se estuviera arrastrando al país hacia la dictadura, contra la política dirigida al empobrecimiento de la mayoría de la población de Rusia", se dice en una declaración divulgada ayer por los periodistas de Pravda.

"Nos prohibieron no porque hayamos apoyado a ciertas fuerzas, sino porque no apoyamos las acciones ilegales del presidente", dice Alexandr Ilín, uno de los subdirectores del diario. "Consideramos que esta decisión es injusta, pues nosotros cumplíamos estrictamente la Ley de Prensa y jamás tuvimos ni una sola reclamación por parte del Ministerio", señala. Precisamente ayer, Yeltsin confió de forma interina a su viceprimer ministro y hombre de confianza Vladimir Shumeiko la cartera de Información.

Pravda tampoco salió ayer en provincias, donde se distribuyen los dos tercios de su medio millón de ejemplares. Su máxima tirada cuando la URSS fue de 20 millones.

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