¡Al fin, Maruja Mallo!
Sí, ¡al fin, Maruja Mallo! Pocas revisiones tan injustamente aplazadas ni tan necesarias como la de esta magnífica pintora gallega, una de las figuras más intensas y originales de nuestra vanguardia de anteguerra. Se ha dicho, con fortuna, que su personalidad apasionante e irrepetible ha ayudado, como en una artera coartada, a eclipsar la importancia real de su obra. Nada más cierto.Jaleada casi hasta la saciedad desde su redescubrimiento en los años setenta, reiteradamente galardonada, su contagiosa leyenda ha sido sinónimo de interpretaciones simplistas y estereotipadas de una obra que, desvelaba ya una complejidad y riqueza de matices desconcertante. Incluso para quienes, además de enamorados del personaje entrañable, lo estábamos también de la apasionante originalidad intuida en su pintura. Mas, mientras tanto, la casa sin barrer; o, lo que es lo mismo, huérfanos de una revisión crítica en profundidad de su obra. Proyectos los ha habido, pero, por una razón u otra, siempre acababan por irse al garete, como si una suerte de maldición se cebara sobre su memoria.
Maruja Mallo
Centro Galego de Arte Contemporánea. Rúa Valle-Inclán, s/n. Santiago de Compostela. Hasta mediados de diciembre.
Y ahora, casi por sorpresa, y hasta con ese apresuramiento final que suele acompañar aquellos proyectos que parecen abocados, una y otra vez, a diluirse en la nada, nos llega por fin esta tan ansiada exposición antológica de Maruja Mallo. Es difícil imaginar un punto inaugural más pertinente y esperanzador para la apertura del flamante Centro Galego de Arte Contemporánea. ¡Cómo no!, en un país empeñado en creer que los museos son antes cuestión de la solidez objetiva de su sede arquitectónica que del desarrollo, desde luego más inmaterial, aunque más decisivo, de un proyecto teórico, el edificio, exquisito y sutil, diseñado por el gran arquitecto portugués Álvaro Siza abre sus puertas rodeado de incógnitas sobre su equipo rector y su orientación futura. Que el acierto de este primer paso sea síntoma - en un conjuro propiciado por la "brujita joven", como felizmente bautizó Ramón Gómez de la Serna a Maruja Mallo- de lo que finalmente concrete el espíritu del centro.
Compleja trayectoria
El esfuerzo realizado en esta ocasión es ciertamente encomiable. Se han reunido, entre pinturas y dibujos, un centenar de trabajos que permiten reconstruir cabalmente la trayectoria, compleja y originalísima, de la artista. Para valorar en su justa medida el alcance de esta iniciativa es preciso recordar dos factores, lo relativamente limitado de la producción de Maruja Mallo y la extraordinaria dificultad para acceder a buena parte de su obra, dada la dispersión propiciada por su azarosa y atípica andadura, con muchas piezas hoy perdidas o ilocalizables.La muy notable selección de obras reunidas nos depara, en ese sentido, un buen número de sorpresas memorables. Así, por ejemplo, dentro del periodo inicial de las estampas y escenas populares, piezas como la desconocida El mago, procedente de una colección de Oviedo, o la oportunidad de reencontrar por vez primera dos de sus míticas verbenas, la de la colección Blumencweijg, de Nueva York, o la largamente extraviada de las colecciones estatales francesas; del periodo ya americano destacaremos cabezas como las del Museo de Santa Fe oa la soberbia e inquietante de una colección de Los Ángeles.
Por todo ello resultan más clamorosas algunas ausencias incomprensibles, como las motivadas por el hecho de que el Reina Sofía no haya incluido entre sus préstamos para la muestra dos piezas realmente claves, su Verbena y El canto de las espigas, esenciales para completar dos ciclos fundamentales en la trayectoria de la artista, y la serie de La religión del trabajo y la de las cuatro verbenas.
Entre los atractivos mayores de esta retrospectiva debemos señalar la presencia de un excelente y extenso conjunto de material documental y que, especialmente por la presencia de estudios y bocetos, arroja una luz inestimable para la comprensión del sentido y proceso de gestación de ciertas obras. De lamentar es, en cambio, un diseño y concepción del montaje bien poco afortunado que, a mi entender, espacia en exceso las obras, separa en función de sus técnicas trabajos del mismo periodo, y de ellos incluso a los estudios preparatorios. La impresión resultante desdibuja sin duda el capital analítico que la muestra atesora, creando además la sensación de desequilibrios que no hacen justicia a la densidad real del esfuerzo realizado. Pero, con todo, en la prueba de fuego, siempre arriesgada e implacable, del balance de toda trayectoria creativa, el perfil de Maruja Mallo pintora se agiganta, por encima incluso de su rutilante leyenda.
Babelia
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