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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Torturas

En Madrid, un señor de 55 años va conduciendo por la M-30. Súbitamente siente un fuerte dolor en el pecho, se siente muy mal y a duras penas consigue aparcar el coche al arcén. Boston: un joven de 28 años está a punto de terminar la primera maratón de su vida en un tiempo inferior en 10 minutos al que previamente había calculado. Ha realizado un esfuerzo sobrehumano. De repente se desploma. Bosnia central: con las ventanas destrozadas, sin apenas leña, una mujer musulmana está amamantando a su hijo de ocho meses en la cocina de lo que un día debió ser su casa. Golpes en la puerta. Para cuando se da cuenta se encuentra rodeada por un grupo de civiles croatas. Uno de ellos, sin más contemplaciones, arranca al hijo del regazo de su madre y lo tira por la ventana. La mujer sufre un infarto. En una capital europea, a las cuatro de la mañana: una detenida en los calabozos oye durante varias horas gritos desgarrados en la celda de al lado. Un policía que la visita cada cierto tiempo para evitar que pueda dormir le indica que su marido ha sido también detenido y que ha cantado definitivamente. Le enseña, incluso, la declaración firmada. Comienza el duro interrogatorio; con gran habilidad le introducen una y otra vez la cabeza en una bolsa de plástico, hasta el ahogo. En uno de los descansos siente una punzada en el pecho. Será un catarro. A las dos horas ya no siente nada.Puede que ninguno de los cuatro casos citados haya ocurrido jamás. Sin embargo, un forense encontraría un denominador común: no han muerto por efecto de torturas (los gritos que se oían eran ensayos de un cantante de soul), sino porque les ha fallado el corazón y se les ha parado la respiración. Supongo que a mí me pasará también lo mismo cuando muera. Y también al forense. E incluso al ministro. Los que hemos gritado en contra de la barbarie de ETA, los que recordamos a diario que Iglesias sigue secuestrado y sometido a tortura, los que queremos vivir en paz, tenemos alguna esperanza remota de que estos hechos se aclaren. Tenemos también la esperanza de que, si se llegara a demostrar que ha habido negligencias o que alguien ha sido sometido a torturas, los policías cuya implicación quedase probada no serán nunca indultados, como ha ocurrido anteriormente de la mano de Corcuera. Por eso animamos a la ciudadanía a que estos hechos se denuncien, como lo hemos hecho algunos, ante la Comisión Europea de los Derechos Humanos del Consejo de Europa y ante el Centro por los Derechos Humanos en la Oficina de la ONU en Ginebra. Miembro de Iniciativa Ciudadana por la liberación de Julio Iglesias.

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