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"Ser un cerdo me ha llevado a un estado de profunda tristeza y melancolía"

"Hemos dado con lo que queremos" dice Juan Echanove, "contar que, a través de la mirilla de la puerta, podemos observar una realidad existencial de un hombre-animal desesperado y a la vez conformista, con su sacrificio inminente... alguien que, como yo, tiene muy claro que su último destino en la vida es engordar para morir". Él es el único actor de la puesta en escena de El cerdo, adaptación teatral de Antonio Andrés Lapeña basada en Estrategia para dos jamones, de Raymond Cousse, y que con dirección de José Luis Castro se estrena hoy en el teatro Lope de Vega de Sevilla.Echanove afirma contundentemente que el hombre y el cerdo tienen en común que son dos animales explotados en toda su extensión, desde que nacen hasta que mueren: "Al cerdo, además del aprovechamiento final de todas las partes de su cuerpo, se le controla todo cuanto come, bebe, camina, descansa, fornica..., es decir, exactamente igual que al ser huinano". Y añade: "En esta sociedad el hombre es un ser condenado, irremisiblemente, a ser explotado en todas sus facultades físicas y anímicas". El actor piensa que las personas, para que se realicen en la sociedad, tienen que integrarse en el sistema y dejar que el sistema las devore, de la misma manera que el hombre devora al cerdo.

La enseñanza que Echanove dice sacar de todo esto es una actitud casi revolucionaria: "Me rebelo contra la explotación por la explotación; la calidad de mis jamones no da sentido a mi vida, lo contrario que le ocurre al personaje que interpreto".

Subirse solo al escenario no ha sido casual: "Por razones privadas quería que mi soledad personal se tradujera en soledad escénica". El proceso de búsqueda de un monólogo fue largo. Pero encontraron Estrategia para dos jamones, texto teatral cuyo autor, director, actor y adaptador es Raymond Cousse.

Su profundo conocimiento de estos animales, con los que, menos para dormir, ha convivido en una pocilga de Villanueva de Córdoba, con el fin de preparar este trabajo, le lleva a rechazar abiertamente que ser cerdo sea tomado por el ser humano como un insulto: "¡No hay derecho!".

Antes de este montaje jamás había reparado en tales bichos, sino en la razón de la vida de los cochinos: un buen jamón. Los cerdos le daban una imagen de placidez y tranquilidad: "Pero me he dado cuenta de que son como nosotros, destrozan su espacio físico, lo arrasan, y cuando huelen alimento se comportan como verdaderos asesinos". A pesar de la meticulosa observación, no se ha optado por una interpretación naturalista. "Tengo clarísimo que Cousse cuenta una parábola, que sin duda alguna tiene que ver con su muerte", señala. Cousse se suicidó dos años después de escribir este texto. De hecho pensaron llamar al montaje Testamento de un cochino: "La figura del autor cada vez me ha interesado más; ha llegado un momento en el que me siento transmisor no sólo de un mensaje, sino de un testamento".

A partir del momento en que vuelve de convivir con los cerdos, el Teatro Lope de Vega se convierte en una celda de máxima seguridad: "Este cerdo", dice refiriéndose a él y su personaje, "piensa y tiene una capacidad de sentir como pocos seres humanos, ser un cerdo me ha llevado a un estado profundamente triste y melancólico... no va a ser fácil esta gira".

Ilusión infantil

Gerona, Palma de Mallorca, Bilbao, Logroño, Palencia, San Sebastián, Barcelona y Madrid, son algunas de las ciudades por las que Echanove paseará sus jamones. Para no quedarse seco mentalmente piensa montar, también con Castro, cuentos dirigidos a pequeños espectadores: "Sé que voy a quedarme tocado y necesitaré comunicar ilusión a los niños...", y, casi con un puchero en los labios, añade: "Que hagan con la sociedad lo que les dé la gana, que la rompan si quieren, yo me quedo con los niños o, al menos con el niño que quiero ser".Se queja de que le pregunten: '¿Qué sientes al tener que ser un cerdo?, con perdón'. Refunfuña y dice que nadie añade lo de "con perdón" al preguntarle qué siente al interpretar a Franco, papel por el que ha recibido hace seis días la Concha de Plata en el Festival de San Sebastián.

"Franco no era un cerdo, no era conformista y no esperaba ser sacrificado, ya que él se creía un enviado de Dios", dice. "Él era el porquero maldito que entra en mi pocilga cuando le da la gana y hace conmigo lo que se le antoja", afirma.

Echanove sabe lo valiente de su acción en un momento en el que el éxito y la vida le sonríen: "Que le den por culo a la vida y a la pasta invertida, que era la que tenía..., ¡me voy de gira!". El montaje lo han abordado Echanove y la productora Fagot.

Su soledad escénica le tiene acongojado: "No tengo ni un compañero al que decir mierda", expresión que usan los teatreros para desear suerte.

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