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Un turista caído del cielo

CARMELO RIVERO.Michael Jackson llegó en su papel de ídolo a la isla que lo esperaba desde hacía un año, pero a lo largo del día fue cobrando un comportamiento menos distante de lo que acostumbra. En la suite 510 del hotel donde se hospeda manifestó que estaba "feliz y alegre" e "impresionado" por la visión del Teide.

Los miles de seguidores, agolpados ante las puertas del Meliá Botánico del Puerto de la Cruz, no perdieron el tiempo en vano: desde la terraza de la quinta planta, alguien de Yostro inconfundible, con sombrero negro, gafas oscuras y el vaivén de un mechón de su melena les hacía señas y sonreía. Una aparición y otra, y después otra. Toda una gentileza del amo y señor indiscutible de arrobadas quinceafieras de cualquier parte llegadas en peregrinación.

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Bañarse en la piscina y ver en una gran pantalla de televisión las 38 películas de vídeo, la mitad de Walt Disney, que encargó a su jefe de seguridad, Wayne Nagin, forman parte de la manera que tiene el mito de pasar el tiempo en su suite -dos dormitorios, dos salones, tres baños y un jardín- En este retiro donde no le falta nada le sirve la comida vegetariana su cocinero particular, Bruno Igre.

Visitó el zoológico la núsina tarde de su llegada. Sin quitarse la camisa naranja con la que se presentó en el aeropuerto, se puso una chaqueta negra y disfrutó con el show de deffimes que le ofrecieron en privado. Hasta movió el esqueleto para acompañar la música de fondo, un popurrí de Superdetective en Hollywood, Superman y otros por el estilo. Estaba en su salsa, entre chimpancés, cocodrílos y gordas. A los monos, que viven en este recinto al aire libre, les dedicó una atención preferente. A lo que no se atrevió el cantante fue a coger con sus manos dos papagayos porque le producen miedo, según comentó.

Michael Jackson compró en una tienda de discos del paseo de San Telmo las novedades de Ray Charles, Aretha Franklin, Billy Joel, una Barbra Streisand en oferta y hasta una recopilación de grandes éxitos. El cliente había entrado en Fresy Disco sin quitarse las gafas oscuras y se dirigió a un empleado para pedirle tímidamente música de bandas sonoras. Eligió Solo en casa II, de la película de su buen amigo Macaulay Culkin, y de paso adquirió una buena cantidad de discos compactos de -su Dangerous y camisetas con su imagen.

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