Esperando a Arafat
La OLP trata de improvisar un Estado en Gaza y Jerico antes de la retirada israelí en el mes de diciembre
El sastre pale9tino Saláh Mursi Yúbhe dice que todavía no puede creer su suerte. El proceso de paz no sólo le ha rescatado de años de pesimismo sino que le ha catapultado inesperadamente a la categoría de industrial.Ayer, en Jerusalén, un estudiante de idiomas llamado Amer Abdalá Debbás, también se sentía afortunado. En el primer día de reclutamiento de policías palestinos le informaron que pronto partiría a un campo de entrenamiento en Egipto.
Los dos están impacientes. Como cientos de miles de palestinos, Yúbhe y Debbás se están preparando para el día en que Yasir Arafat regrese como líder a su tierra. El presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) ha dicho en Ammán que podría llegar a Jericó y Gaza "antes de fin de año".
En su taller, justo detrás de la vieja mezquita de Jericó, Yúhbe, de 30 años, apenas tiene espacio para instalar la séptima máquina de coser. Su nueva fábrica nacional de banderas palestinas es un hervidero. Yúblie ha instalado una gran radio, y las insignias de la Palestina que Arafat ha jurado crear en Gaza y CisJordania nacen con el arrullo de viejas canciones de Umm Jaltzúm.
Debbás, de 23 años, estaba ayer radiante. Se había cortado el pelo y lucía su mejor camisa blanca cuando se presentó al improvisado centro de reclutamiento en Jerusalén oriental. "Quiero ser policía", dijo el joven, "porque lo que más necesita Arafat en estos momentos es orden para construir nuestro Estado independiente".
Sin duda, el retorno de Arafat a Palestina va a ser el acontecimiento más importante para la generación de palestinos como Yúbhe y Debbás. Para la OLP será la más gráfica reivindicación de su lucha, que le permitirá consolidar la confianza popular en el proyecto de paz firmado este mes en Washington.
"Sobre todos los techos de Palestina ondeará ese día nuestra bandera", dice Yúblie agitando los brazos. "Nuestro jefe llegará a una tierra con leyes", añade Debbás a secas.
Al presidente de la central palestina evidentemente le esperan idénticas dosis de cariño, entusiasmo y problemas. Los infatigables periplos del líder de la OLP le han llevado hace dos días a China. Por donde va, su misión es la misma: conseguir apoyo político y económico para poner en marcha el ambicioso plan de desarrollo para los territorios ocupados por Israel desde 1967.
Arafat ya ha recibido promesas de contribuciones de EE UU, la Comunidad Europea (CE) y Japón, pero los ofrecimientos todavía no se han materializado. Esto puede entorpecer sus planes. En Túnez, la actual sede de la OLP, hay confianza en la conferencia que están preparando los organismos internacionales para el primero de octubre en Washington. Allí, dicen funcionarios de la OLP, se van a lograr los fondos necesarios (se calculan 3.000 millones de dólares) para poner en marcha proyectos capaces de extraer del estanca-. miento a la economía de Gaza y Cisjordania.
El desafío es particularmente serio en Gaza. Según un estudio reciente, los refugiados de la franja van a necesitar entre 30.000 y 50.000 viviendas en los próximos seis meses. "No podemos fallar", afirma Sari Nusseibeh, el filósofo palestino que coordina los trabajos de los comités técnicos, una legión de nacionalistas y tecnócratas que diseñan el nuevo Estado palestino.
Pero la construcción de infaestructura no es más que uno de los rompecabezas que los palestinos están tratando de armar antes de que llegue Arafat. Igualmente difícil se perfila el acuerdo al que deben llegar las diversas facciones palestinas para impedir un gran fiasco en el plano político.
A Arafat, por supuesto, le convendrá llegar a Jericó en un ambiente de distensión tras casi seis años de violencia. Pero la rebelión palestina o Intifada no da tregua a Israel y cada vez resulta más dificil controlar la rivalidad entre los seguidores de Arafat y las fuerzas radicales en alianza táctica con los integristas musulmanes. La OLP dice que no hay peligro de guerra civil entre palestinos, pero en privado algunos asesores de Arafat admiten que el riesgo existe y que éste es serio.
Se acabarán las peleas
Daud Salah, un afable cambista de Jericó, dice: "El repliegue de las tropas israelíes de Gaza y Jericó, en diciembre, va a calmar los ánimos y se van a acabar las peleas".Jamil Jalaf, el alcalde de Jericó, donde la OLP proyecta instalar su cuartel general, es mas optimista aún. "Todo se va a arreglar. Ya verá usted como dentro de poco ya no habrá violencia ni muertos", dice.
Arafat reconoce que ello no va a ser tan fácil. "Los incidentes continuarán durante cierto tiempo", declaró hace poco. "Lo importante es que todos en la OLP sabemos que tenemos que actuar con rapidez para poner en práctica lo acordado en Washington", afirmó.
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