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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Experimento en Hamburgo

LAS ELECCIONES celebradas el pasado domingo para renovar el Senado de Hamburgo bien podrían ser un ensayo general de cuanto va a acontecer a lo largo del próximo año en la vida política de Alemania. Los comicios eran los primeros de los 18 que deben concluir con la elección general del 30 de octubre de 1994 y debían, ante todo, responder a tres preguntas fundamentales.En primer lugar, si es cierto que se está produciendo en Alemania, como en Italia, una desafección de la ciudadanía respecto de los grandes partidos políticos tradicionales. En segundo lugar, de ser esto así, si quienes van a ganar con la circunstancia son las formaciones de ultraderecha o, como ha ocurrido en Italia, los nuevos antipartidos, que rechazan el funcionamiento de los grandes aparatos. Finalmente, si tal situación ha de favorecer en el inmediato futuro el proyecto del canciller Kohl de constituir una gran coalición capaz de sacar a Alemania del marasmo en que se encuentra sumida.

En definitiva, los resultados electorales de Hamburgo encajan en una tendencia más amplia en la que el castigo a los partidos tradicionales y, consiguientemente, el apoyo a movimientos o fuerzas políticas marginales encuentran mayor eco ciudadano en situaciones económicas difíciles. Podría definirse como el voto de la irritación. Es evidente que las tres grandes formaciones políticas recibieron el domingo severos varapalos: los socialdemócratas (SDP) se quedaron sin la mayoría absoluta, los democristianos (CDU) perdieron 10 puntos y los liberales (FDP) simplemente desaparecieron al ser incapaces de superar la barrera del 5% del voto.

Afortunadamente, las dos formaciones de ultraderecha, incapaces de ponerse de acuerdo y con mucha menor implantación social de lo que las algaradas racistas de los últimos tiempos hacían temer, también se han quedado sin representación parlamentaria al ser igualmente incapaces de superar el mínimo exigido del 5%. Pero no puede olvidarse que juntas habrían alcanzado el 8%, una cifra nada desdeñable en una ciudad tradicionalmente de izquierdas. Y los antipartidos (en este caso, una formación desgajada de la CDU) han conseguido acceder al Senado, pero no parecen constituir una amenaza excesiva. Han sido los verdes quienes -tras abandonar su utopismo asambleario- han resultado espectacularmente beneficiados por la elección.

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¿Una gran coalición? La van a requerir (presumiblemente con los verdes) los socialdemócratas para gobernar en Hamburgo. Y, evidentemente, si los resultados desfavorables del SPD y de la CDU empiezan a menudear en las confrontaciones de los próximos meses, es posible que los socialdemócratas se sientan menos reticentes a aceptar la oferta que les hizo recientemente el canciller Kohl de gobernar conjuntamente para superar las graves dificultades económicas y sociales del momento.

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