La cosa de la vivienda no tiene enmienda
Yo quiero que alguien me explique, y no lo logro, qué relación hay entre la UGT y el PSOE, aparte de la mala relación que todos conocemos. O sea, que entiendo por qué Serra mete las narices en una empresa que no es suya ni de su partido, sino de la UGT, y les busca un gerente que, por cierto, no encuentra porque Barrionuevo, al que se lo ofrecen, se huele el plan y sale corriendo. Me refiero, claro, a PSV, que quiere decir Promoción Social de Viviendas y que es una de las promotoras encargadas de sacar adelante en Madrid el llamado Plan 18.000. Y lo que yo no entiendo, digo, es que a esta empresa de la UGT la quieran salvar los dirigentes del PSOE, porque así, de primeras, suena tan raro como si la UGT se metiera, pongo por caso, a echarle un capote al PSOE en lo de Filesa, Malesa y Time Export, que se recita ya con la misma pasión que la lista de los reyes godos.Y no es que me oponga. a que la salven, cuidado, que tengo amigos y amigas que han pagado más de tres kilos y todavía no han visto un ladrillo. Lo que me extraña es la personalidad de los salvadores y el silencio de los salvados, con Nicolás Redondo a la cabeza. Vaya, que es como si quisieran tapar algo feo y eso no está bien. Si hay un chorizo, o dos, o los que sean, que lo digan, porque ahí faltan miles de millones de gente humilde que nadie sabe dónde están y con las cosas de comer no se juega.
El caso es que le oí decir a Leguina por la radio que nada, que no hay que preocuparse, que esto se arregla y se arregla porque los cooperativistas han pagado religiosamente. Y yo me cabreé, claro, porque lo que creo es que han pagado civilizadamente, o civilmente, no sé, de acuerdo a unas reglas que ellos, gente necesitada mayormente, no han dejado de cumplir; el comportamiento religioso, monjil, jesuita, hipócrita, como ustedes quieran, es el de la UGT y el de sus salvadores del PSOE, que no dejan de escupir homilías en latín, para que no nos aclaremos.
La verdad es que yo, al principio, creí que todo era culpa del Ayuntamiento este de derechas, que no ponía el suelo prometido durante la administración de Barranco, pero a medida que me meto en el asunto con el pañuelo en la nariz, porque la cosa huele peor que la depuradora de Valdemorillo, me parece que lo de la adjudicación de parcelas es un asunto menor en relación al oscuro destino que hayan podido padecer los miles de millones de los sufridos cooperativistas, que hacen muy bien en ingresar el dinero en el juzgado o en la notaría. Así, por lo menos, saben dónde está.
En fin, que los del Plan 18.000 están en un ¡ay! que si lo dan en Colmenar de Oreja se llevan el premio en el concurso ese de gritos, que este año ha ganado una niña, Miriam, de 11 años. Y es que la cosa de las viviendas no tiene enmienda. La semana pasada andaban también a tortas en Griñón porque tres miembros del Ayuntamiento habían obtenido cinco casas de promoción municipal, y a mí lo que me extraña es que no les tocaran 20, porque los tres formaban parte de la comisión adjudicatoria; vamos, que fueron prudentes, no como el juzgado de primera instancia número 32 de Madrid que ha sacado a subasta las torres de KIO por 85.000 millones, que no valen eso ni de lejos, aunque de lejos parecen más bonitas que de cerca, porque no se les ve el maquillaje de putas tiradas, o inclinadas al menos, que se les cuartea y se les cae a pedazos de la cara cuando las miras a la luz.
Qué vergüenza lo de KIO; qué Plan, el de la UGT; qué feo, lo de Griñón; qué grito, el de Miriam. Y, a todo esto, los niños se me han ido al colegio para ser hombres y mujeres de provecho. ¡Vaya!
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