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México asegura que no tolerará más provocaciones del exilio cubano en EE UU

El Gobierno mexicano sospecha que ha sido utilizado maliciosamente por parte del exilio anticastrista en Estados Unidos. Ya son tres los incidentes diplomáticos en que se ve envuelto México en menos de -30 días con grupos cubanos que huyen de la isla. El último ha sido la invasión, aún no resucita, de la Embajada de México en Santo Domingo por un grupo de 72 cubanos que reclaman asilo político, a lo que se han negado las autoridades mexicanas al advertir que no tolerarán ser un instrumento de provocación.

Mientras el líder cubano, Fidel Castro, advertía desde La Habana que se trata "una campana orquestada contra un país amigo de Cuba", la prensa mexicana iba más lejos y calificaba estos incidentes como un chantaje de los grupos del exilio anticastrista de Miami, "decididos a hacerle la vida imposible al presidente Carlos Salinas de Gortari".Lo de chantaje surge como consecuencia de la debilidad con que llega al Congreso norteamericano el Tratado de Libre Comercio (NAFTA) de América del Norte, el acuerdo proyectado para crear un gran mercado común que abarque a México, Estados Unidos y Canadá. Salinas ha apostado todo su prestigio al éxito de este acuerdo y cualquier tropiezo en el Congreso de Estados Unidos, de quien depende ahora la suerte del NAFTA, sería catástrofico para México.

Eso se sabe en Estados Unidos, donde son muy fuertes las presiones de sindicatos, grupos ecologistas, congresistas y sectores proteccionistas contra el NAFTA. Y de modo particular se utiliza contra México en Miami, fundamentalmente desde la influyente Fundación Nacional Cubano-Americana, que preside el ultraconservador Jorge Más Canosa, y que agitan en Washington los congresistas lleana Ros-Lehtinen y Lincoln DíazBalart.

Operación calculada

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El exilio piensa que México no puede ser simultáneamente socio privilegido de Estados Unidos y el mayor amigo de Castro en el continente americano. Por eso se sospecha que la desafortunada llegada en agosto de un grupo de balseros al Estado caribeño de Quintana Roo y, semanas después, la petición de asilo de once cubanos en la Embajada de México en La Habana forman parte de una operación calculada para poner en aprietos a la diplomacia mexicana, interesada en evitar incidentes que puedan alterar la campana de sensibilización iniciada en Estados Unidos en favor del NAFTA.

México es un país entre cuyas señas de identidad figura el derecho de asilo. Históricamente esa política de brazos abiertos le ha dado prestigio en el exterior y ha evitado que le saquen algunos trapos sucios, como es el caso del régimen de partido de Estado que gobierna este país desde hace 64 años.

Sin embargo, México ha hecho siempre una excepción con Cuba en su tradicional política de asilo, y su territorio ha sido por lo general inseguro para quienes huían de Castro. De hecho, el régimen castrista ha gozado siempre del favor de un grupo de presión procubano dentro del Gobierno mexicano y de los medios de comunicacion.

Esta política procastrista está cambiando, pero se hace de forma secreta para no herir a quienes aún sienten simpatías por el dirigente cubano. Secreta fue hasta que se descubrieron los encuentros de Salinas, primero con Más Canosa y después con Carlos Alberto Montaner, otro dirigente del exilio cubano, el año pasado, y la acogida en México, donde vive bajo promesa de no hacer declaraciones públicas, de un hijo del fusilado coronel Tony de la Guardia.

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