Expulsado por demasiado minusválido
Un niño con graves deficiencias se queda en la calle al comenzar el curso
Apenas unos minutos después de que Isaac Adan entrara ayer con su madre en la Inspección de Barcelona del Departamento de Enseñanza, la inspectora ya se dio cuenta de que estaba ante un caso de flagrante injusticia. Sólo los brazos amorosos de la madre eran capaces de calmar al niño, de 12 años, tan voluminoso como un adulto, pero absolutamente incapaz de controlar sus movimientos, bruscos e imprevisibles, que tan pronto arremetían contra la mesa como arrancaban el portafolios de un manotazo.Isaac había sido expulsado por demasiado minusválido apenas un día antes del comienzo del curso del centro de educación especial en que estaba escolarizado, y allí estaba la madre, desesperada, clamando por una plaza para su hijo.
El 14 de septiembre, cuando ya lo tenía todo a punto para llevarlo al colegio, la directora del centro Balmes de Sant Boi de Llobregat (Baix Llobregat) entregó a Antonia Fortes una carta en la que hacía constar, "de cara a la adopción de las medidas más adecuadas", que su hijo no podría seguir yendo este curso al centro. El asunto no pasaría de un mero incidente de comienzo de curso si no fuera porque Isaac Adan, de 12 años, es un niño enfermo, víctima de un grave y raro trastorno de origen genético, la enfermedad de San Filippo, que comporta un progresivo retraso mental y graves alteraciones de la conducta.
El drama de Isaac es que cada día está peor y lo único que le faltaba a esta familia era que el niño se quedara en la calle. "Nadie sabe lo terrible que es para unos padres tener un hijo tan normal y tan hermoso como cualquiera y que de repente te digan que está enfermo, que se irá convirtiendo en un retrasado mental cada vez más profundo y que no tiene remedio", explica la madre.
Proceso irreversible
A los siete años, Isaac comenzó a mostrar síntomas de retraso mental. Pero el destino reservaba todavía un segundo zarpazo a esta familia: su otra hija, Meritxell, cuatro años menor que Isaac, está también afectada por la terrible dolencia, totalmente irreversible y sin tratamiento posible. Meritxell está en un estadio menos avanzado, pero sigue fielmente los pasos del hermano. "Es horrible ver cómo las dos personas que más quieres en el mundo se te van escapando poco a poco aunque sigan a tu lado", musitaba ayer Antonia Fortes, que a los 33 años tiene motivos para pensar que la vida es, a veces, absurdamente injusta.
Desde septiembre de 1991 Isaac estaba escolarizado en el centro de educación especial Balmes. "Ya quisieron echarlo a mediados del curso pasado, pero yo me negué a que el niño dejara la escuela mientras no tuviera plaza en otro centro", explica Antonia Fortes. Consciente de que el colegio quería deshacerse de su hijo, en los meses siguientes la familia no paró de hacer gestiones, ante Enseñanza, ante Bienestar Social, a través de las asociaciones de ayuda al minusválido, pero llegó el nuevo curso y nadie había respondido.
El colegio decidió entonces recurrir a los hechos consumados. En la carta en la que justifica la expulsión, Roser Corbella, directora del colegio Balmes, alega que el niño "presenta un problema neurológico y psiquiátrico de carácter progresivo y que en la actualidad se encuentra en un periodo muy avanzado". "Durante el curso 92-93", prosigue, "se han realizado desde este centro un conjunto de gestiones para encontrar una institución en la que pueda recibir una atención más adecuada a su problemática ya que las características técnicas del proceso desbordan totalmente nuestras posibilidades, pues sólo disponemos de recursos educativos".
De nada sirvió el informe emitido en abril por Anna Bernat, la doctora del hospital de Sant Joan de Déu que atiende a Isaac, en el que recomienda que se le atienda en un centro en régimen de semiinternado. "Clínicamente", afirma la doctora Bernat, "destaca el trastorno de conducta y el retraso mental, más evidente a medida que se hace mayor. Ha seguido enseñanza en centros especializados con graves problemas de conducta difícilmente modificables por tratamiento médico. Actualmente el manejo del niño se hace especialmente difícil".
Roser Corbella afirma que ya advirtió a la familia que el niño no podría continuar en el centro. Y añade: "Iniciado el curso escolar, nos encontramos con la falta de respuesta de las instituciones de la Generalitat y de la Diputación Provincial, y con el hecho de que la propia. familia no puede afrontar las consecuencias derivadas de esta problemática, lo que hago constar para la adopción de las medidas más adecuadas".
Puertas abiertas
No parece, sin embargo, que la medida más adecuada fuera recluir indefinidamente al niño en un piso de 60 metros cuadrados, con una madre al borde de la desesperación y sin ninguna perspectiva cierta de ayuda externa. "Es ya más alto que yo y no puedo controlarlo. Acabo agotada", explicaba ayer la madre. Carmen de Miguel, la inspectora de Enseñanza de Barcelona que se encontró con el problema sobre la mesa, tuvo claro desde el primer momento que el futuro de este niño tenía que resolverse con urgencia.
En la resolución con que contactó con los organismos e instituciones implicados se observaba una diferencia: la que media entre afrontar un caso por el procedimiento de las frías instancias y tenerlo, real como la vida misma, acuciante y patético, delante de los ojos. Tres personas no eran suficientes ayer, en el despacho de la inspectora, para contener al muchacho, cuyas emociones se desbocaban en cuanto veía aparecer las lágrimas en el rostro de su madre. Abajo, otras dos personas cuidaban de Meritxell, visiblemente aquejada de una hiperactividad incontrolada.
"Ya me lo había dicho la asociación de ayuda a los minusválido: 'Ve a todas partes con tus hijos para que se hagan cargo del problema". Antonia Fortes decidió además recurrir a la prensa. "Es triste que con sólo mencionar que vas a la prensa, se te abran puertas que antes siempre estuvieron cerradas", dice apenada. Ayer por la tarde, el Instituto Catalán de Servicios Sociales confirmó a la familia que Isaac podrá ser internado provisionalmente en un centro de Alella mientras se acaba de construir una residencia proyectada en barrio de Can Serra, de L'Hospitalet.
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