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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Morir en Euskadi

Pasionaria, íno pasarán!Espectáculo de Salvador Távora a partir de un texto de Ignacio Amestoy Egiguren y Salvador Távora.

Intérpretes: Ana Lucía Billate, Pedro Luke, Izaskun Asúa, Maiken Beitia, Javier Sáez de la Fuente, Patxi Fernández, Xabier Urresti, Patxi Laborda, Asier Alosegui, José Vicente Ramos, Juan José Macho.

Concepción y escenografia: Salvador Távora. Vestuario y atrezzo:

Creativo Fridor. Música (selección y ordenación dramática): Salvador

Távora. Iluminación: Lilyane Drillon. Dirección: Salvador Távora. Bilbao,

Teatro Arriaga, 15 de septiembre.

"Tras la caída del muro de Berlín, da la sensación de que el comunismo ha fracasado y que incluso el Estado del bienestar socialdemócrata va a fracasar también, arrumbados ambos por un neoliberalismo sin caretas keynesianas. Parece que se nos dice: 'Las utopías se han acabado', escribe Ignacio Amestoy en el programa de mano. Así, pues, se trata, ni más ni menos, que de resucitar esas utopías, de "salvar la utopía", como dice Amestoy, y para ello nada más agradecido, teatralmente hablando, que resucitar a Dolores Ibárruri, Pasionaria, y a su hijo Rubén, que batalló contra Franco en el frente del Ebro y cayó en Stalingrado, en 1942, frente a las tropas de Hitler.

El milagro de la resurrección del hijo -"al tercer día", como dirá su madre, para que no quepa ninguna duda sobre su alto destino- se produce en un cementerio de la ex Unión Soviética, una ex Unión Soviética que es ya, dirá la madre, "tierra quemada", y en la que el mausoleo de Lenin, dirá el hijo, "se ha convertido en una hamburguesería".

Rubén es resucitado para convertirse en Cristo salvador, salvador de utopías, y morirá crucificado -acribillado por las balas de un martillo eléctrico, que hace las veces de ametralladora- en Euskadi, después de ser negado, traicionado, detenido y juzgado.

El hecho de escoger Euskadi como Gólgota, como destino final del salvador Rubén, se explica por el hecho de ser la cuna de la madre y del hijo.

Se sanciona, sí, a Rosa Luxemburgo, y a Lenin, y a Marx. También se nombra a Pablo Iglesias. Y todo ello con aceituna y jazmín, como diría Lorca. No es un espectáculo vasco: es un espectáculo sevillano con contenido vasco.

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