Pujol afirma que Cataluña ha sido más solidaria que nadie en España
El presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, plantó cara ayer a las acusaciones de voracidad lanzadas en las últimas semanas contra los nacionalistas catalanes a raíz de las negociaciones que éstos mantienen con el Gobierno. Pujol aprovechó su discurso institucional de la Diada Nacional de Cataluña para afirmar contundentemente que esta comunidad autónoma ha actuado con más espíritu de solidaridad política y económica en el conjunto de España que ninguna otra. "Más que nadie", subrayó Pujol, antes de reprender a los catalanes que no asumen su catalanidad con convicción.
"En Cataluña hay mucha gente preocupada". Tras este encabezamiento, Pujol desgranó en su discurso, difundido anoche por radio y televisión autonómicas la víspera del Onze de Setembre, los motivos de tal preocupación: la crisis económica, las dudas sobre el mantenimiento de las prestaciones actuales del Estado del bienestar e incluso el declive de la idea de Europa, que a juicio del presidente de la Generalitat "ha empalidecido y perdido atractivo".Pero en Cataluña hay, según Pujol, un motivo añadido de preocupación: "Nos cuesta conseguir que nuestra personalidad como pueblo, con todo lo que comporta en el orden político, económico y moral, nos sea plenamente reconocida, y reivindicaciones nuestras muy justas y muy sensatas provocan respuestas y campañas de una gran dureza".
Esta circunstancia, sumada a su convicción de que Cataluña ha demostrado más solidaridad que ninguna otra comunidad, llevó al presidente de la Generalitat a advertir del "peligro que esto produzca [en los catalanes] desencanto y desánimo, frustración y rechazo".
La receta de Pujol para despejar dicha preocupación también contiene ingredientes diversos: perseverar en la modernización de Cataluña, en su internacionalización y en la mejora de sus infraestructuras; incrementar el nivel cultural y profesional de la comunidad, y mantener la convivencia y la cohesión social.
"Pero sobre todo saldremos adelante si no perdemos la confianza en nosotros mismos", agregó Pujol, quien a continuación no se abstuvo de reprender a aquéllos que, a su juicio, no asumen su catalanidad "con suficiente convicción y consecuencia". "Muy a menudo", agregó el presidente de la Generalitat, "nos quedamos cortos, no tanto a la hora de las reclamaciones, de las quejas o de los malos humores, sino a la hora de defender personalmente el trozo de catalanidad que nos toca defender: un trozo de lengua, de economía, de poder, de instituciones".
Patriotismo catalán
Pujol llamó a prestar oídos sordos a "las críticas sistemáticas e indiscriminadas" contra los nacionalismos. "No hemos de hacer caso. Cataluña ha de ser Cataluña. Abierta y convivencial, justa y solidaria, serena y constructiva, pero Cataluña. ( ... ) El patriotismo, más que ninguna otra cosa, da sentido de comunidad a lo que hacemos, y por tanto sentido de solidaridad y de futuro". "No claudiquemos en esto", apeló, "ni por dudas internas ni por el griterío exterior".El presidente del Gobierno catalán definió la actual coyuntura política y económica española como un momento en que Cataluña puede consolidarse internamente y "ganar posiciones respecto a terceros". "Ahora no es la hora", dijo jugando con la letra del himno oficial de Cataluña, Els segadors, "de guerra y violencia como en 1714 [año en que culminó la guerra de Sucesión con la victoria del borbón Felipe V] Ahora es la hora ( ... ) de fortalecernos política y moralmente, no sólo para superar la crisis, sino para sacar un provecho".
Pujol hizo votos por la fortaleza moral de la sociedad catalana porque, dijo, sólo "las sociedades fuertes y moralmente sanas" superarán los retos de la competitividad, la marginación, la inmigración, el paro, la crisis del Estado del bienestar y la convivencia.
Instituciones, partidos, sindicatos y entidades cívicas diversas realizarán hoy ofrendas florales ante el monumento a Rafael de Casanovas, en Barcelona, y su tumba, en Sant Boi. Casanovas era el conseller en cap de Barcelona el 11 de septiembre de 1714, cuando la ciudad cayó en manos de las tropas de Felipe V.
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