_
_
_
_
FESTIVAL DE VENECIA

Kieslowski y Altman, favoritos para y el León de Oro

Hay una indiscutible superioridad de Short cuts, la obra maestra de Robert Altman, sobre el resto de las películas en concurso. No obstante, la escueta perfección de Azul, de Kieslowski, puede inclinar hoy al jurado hacia ella, aunque la facilidad de ésta le sitúe en un nivel creativo muy inferior, si se tiene en cuenta la gran dificultad que contiene la composición de aquélla.

El estadounidense Abel Ferrara aportó con Ojos de serpiente otra película seria, en la que Madonna (que por suerte no canta) y Harvey Keitel bordan un dúo dramático notabilísimo, que puede, con justicia, entrar en la liza de los premios.

Como puede entrar Jean-Luc Godard y sus Hélas pour moi, inteligente y luminoso, pero enésimo y ya rutinario ejercicio del cineasta suizo sobre el círculo sin salida de su idea del lenguaje y el metalenguaje visual. Depardieu adorna el hermético experimento y le da salidas comerciales.

Mosaico

Completan el mosaico de películas en concurso Kosh ba Kosh, dirigida por el cineasta kazajistano Batjiar Kudojnazarov, formado en la escuela de Moscú cuando su país era parte de la URSS. Una dolorosa y ágil visión de uno de los pudrideros generadores de guerra de la desmembración soviética. Inexperta, pero con vida. Tiene interés. Como lo tiene la italiana Un alma dividida en dos, dirigida por el joven Silvio Soldini, que sigue de cerca las huellas del realismo directo de la tradición italiana.El cine es un arte de bote pronto, capacitado como ningún otro para dar respuestas inmediatas a lo que ocurre, sobre todo cuando esto que ocurre es parte del reino de lo intolerable.

El año pasado esta Mostra dio una lección de esta generosa porosidad del cine, al gravitar toda ella sobre lo que estaba -y sigue- ocurriendo en los despojos de lo que fue Yugoslavia, laboratorio y cloaca de un Occidente mortecino, apático y que se desliza hacia atrás, hacia las zonas negras de su historia.

Pero ahora Yugoslavia ha sido olvidada. La tragedia bosnia es ya parte de la quietud y la indiferencia europea: un malestar asumido y convertido en ingrediente del bienestar. Silvio Soldini, en una fugaz imagen de Un alma dividida en dos, visualiza esta miseria en la súbita aparición enloquecida de la mirada, en las aceras de Roma, de un niño bosnio mendigo y rodeado por una terrorífica indiferencia, cercado por una normalidad salvaje.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_