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Tribuna
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Dios

Juan José Millás

Si Dios no existe, todo está permitido, dijo hace tiempo alguien que tenía escrúpulos para hacer algunas cochinadas. Creo que fue Sartre el que señaló que la inexistencia de Dios, por el contrario, responsabilizaba doblemente al hombre: si Dios no existe, en fin, no hay más sintaxis en este perro mundo que la que nosotros seamos capaces de instaurar.Ahora el capital ha empezado a decir que si el comunismo no existe todo está autorizado. O sea, que el Dios del capital era el comunismo, pero no se notaba porque el capital iba a misa todos los domingos y fiestas de guardar. A lo mejor es que el capital tenía dos dioses: uno para adorar y otro para temer. No es que el Dios adorable no fuera temible -es difícil dar con un currículo más sanguinario-, lo que pasa es que se le podía sobornar; por ejemplo, si le dabas un tanto te permitía comer carne los viernes de Cuaresma. Y si invitabas a sus obispos a merendar, luego podías pasar la noche en el burdel. Sólo era terrible para los pobres. El otro Dios del capital, en cambio, el comunismo, siendo igual de sanguinario y barbudo, no admitía sobornos. De ahí que el capital tuviera que aceptar jornadas de trabajo de ocho horas, a todas luces ridículas, y contratos fijos que mermaban su capacidad de producción, y, en fin, una cosa que llamaban sindicatos que eran, en la Tierra, la cabeza visible del comunismo.

Pero el comunismo ha muerto y a los sindicatos da pena verlos; de manera que todo está permitido. Por eso la Bolsa sube mientras todo lo demás baja, porque se van a acabar las mariconadas esas de los contratos fijos y de las cuarenta horas semanales, y en algunos sitios de la Europa común los niños van a ser carne de trabajo. Necesitan un Sartre de derechas que les diga que, muerto el comunismo, la responsabilidad de ellos se ha multiplicado.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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