Pavarotti ofrece un concierto de estilo 'light' bajo la torre Eiffel

Luciano Pavarotti ofreció ayer en París, en el Campo de Marte, al pie de la torre Eiffel, un recital operístico al aire libre para una improvisada platea de 15.000 espectadores de pago. El concierto fue característico del Pavarotti light, duró 40 minutos y fue retransmitido en directo por Canal Plus y unas 20.000 personas pudieron seguirlo desde la calle por una pantalla gigante. Horas antes, el tenor expresó su apoyo a la Fundación Mundial para la Investigación y Prevención del Sida.

Diez arias entresacadas de Luisa Miller, La africana, Las vísperas sicilianas, Los lombardos, Werther, Tosca, Los payasos y algunas canciones populares se alternaron con intervenciones estrictamente instrumentales de la orquesta -las consabidas oberturas de Guillermo Tell, de Carmen o de óperas de Verdi- en un espectáculo que comenzó a las nueve de la noche y acabó poco después de las once.El dominio de los compositores italianos -Verdi, Puccini, Leoncavallo, Rossini- fue total, sólo interrumpido por algunas concesiones francesas como Bizet o Massenet.

"Los fragmentos sinfónicos o para flauta interpretados por Andrea Griminelli, un amigo de la familia, me permiten descansar. ¿Ustedes conocen una ópera o un cantante que resista diez arias seguidas, sin una pausa? Los compositores no cometieron ese disparate, que sería agotador para el artista", explica el cantante. Pavarotti apareció bajo la impresionante silueta de la torre Eiffel iluminada. Iba en la que pudiéramos calificar su versión light: ligero de peso y esfuerzo vocal reducido. Con 40 kilos menos que hace un año -la especialista en dietética Marie-Pierre Grenier acompaña al tenor permanentemente y "tiene sobre mí una influencia muy superior a la de Adua, mi esposa", según dijo el cantante-, y beneficiándose su voz de amplificación artificial, las dudas y rumores sobre la salud de las cuerdas vocales de Pavarotti carecían ayer de sentido.

Baño de multitud

Está claro que al tenor le gustan los baños de multitudes -"en 1975, cuando actué por primera vez al aire libre en el Golden Park de San Francisco, como una estrella del rock, abrí un capítulo de posibilidades increíbles para el público y mi propia carrera"- Así es.Los cantantes de ópera se han convertido en personajes populares, sus voces electrificadas llenan estadios y tanto sirven para inaugurar un Mundial de fútbol como para reclamar arroz para Somalia, y los discos -sobre todo bajo la fórmula "Lo mejor de..."- se convierten en éxitos enormes.

Ayer, en la capital francesa, la ópera anunciaba la tercera edición de los Masters de equitación, una competición hípica que también tendrá como marco los jardines existentes entre la gran torre metálica y la escuela militar. Pavarotti, por su popularidad, predisposición a este tipo de encuentros, y por ser un enamorado de los caballos -en su granja de Módena posee un buen número-, era la figura adecuada.

El cantante confesaba, poco antes del recital, atravesar "un período Puccini". Anoche eso se tradujo en dos arias de Tosca y en el anuncio de la inminente publicación discográfica de un popurrí pucciniano interpretado él, además de su versión de Manon Lescaut, con Mirella Freni y dirigida por James Levine.