Revés diplomático para Hassan II en la ceremonia inaugural de la mezquita
La ceremonia inaugural de la mezquita de Hassan II en Casablanca careció de espectacularidad, de personalidades e incluso del anunciado juego de luces que habían ensayado durante una semana los técnicos marroquíes y franceses. Algunos especialistas en temas del islam apuntaban ayer en Casablanca que el error de Hassan II podría haber consistido en haber hecho coincidir el acto con la celebración en los países árabes de la Aid al Mawlid, fiesta del aniversario del nacimiento del profeta Mahoma.
Ésa podría haber sido la causa de que jefes de Estado como el rey Fahd de Arabia Saudí fallara a última hora a la cita. Después de todo, el Corán exige la presencia de los dirigentes en sus respectivos países en tan señalada ocasión. La teoría no aclara, sin embargo, todas las incógnitas que planean sobre el aparente fracaso de la convocatoria.La sobriedad del acto y su duración provocaron bostezos incluso entre los miles de fieles marroquíes que llenaban la nave central del templo provistos de ejemplares del Corán.
Los monitores de televisión instalados en la Medersa (lugar reservado a las mujeres), recogieron la imagen del rey llegando a la explanada a bordo de un enorme Mercedes negro casi a la hora prevista para el comienzo del acto, en medio de espectaculares medidas de seguridad.
Hassan II, Amir Al Mouminine (jefe de los fieles), no entró en el templo, sin embargo, hasta media hora después, una vez concluido el capítulo de las abluciones. Vestía una chilaba color crema y se cubría con la capucha. A su lado, sus dos hijos varones, su yerno, el arquitecto de la mezquita, Michel Pinseau, y el ministro del Interior, Driss Basri. El rey atravesó la nave de punta a punta una vez despojado de las babuchas. El imam leyó entonces la oración de la noche Al Ichan.
Minutos después el monarca abandonó la sala, pero el acto no había concluido. Tres cuartos de hora después (tiempo que empleó en recorrer de nuevo las dependencias de la mezquita) reapareció Hassan II y se reanudó la ceremonia.
Aún hubo tiempo para que el rey, presentara a una poetisa que leyó un verso premiado en un concurso convocado sobre el tema de la mezquita.
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