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¿Quién esta pagando la crisis?

El articulista defiende la postura de los empresarios ante los sindicatos y desvela algunas de las líneas maestras de lo que será la posición de la patronal en la mesa del pacto social que se abre el 2 de septiembre

Con motivo de las reuniones para conseguir un acuerdo social, hemos podido oír, en boca de los sindicalistas y de algunos comentaristas, frases como éstas: "La crisis siempre la pagan los asalariados y los más débiles", "ahora que hay crisis nos piden que nos apretemos el cinturón los que antes no se lo han apretado", "tenemos que afrontar la crisis los únicos que pagamos impuestos al Estado", etcétera.Si les suenan estas frases es que algo va mal, porque revelan un desconocimiento supino de la realidad económica, y de ahí mal se pueden obtener soluciones para nuestra grave situación.

Empecemos por lo positivo: al final se reconoce que hay crisis. Hasta hace muy poco, el mensaje constante de nuestras autoridades económicas era que sufríamos una situación pasajera de la que, invariablemente, íbamos a salir "el próximo trirnestre". En la CEOE llevamos tres años anunciando el deterioro de la economía, y gracias a ello nos hemos ganado los calificativos de "agoreros", "catastrofistas" o "politizados" (acusación que nos suelen lanzar ¡los propios políticos!). ¿Cómo se va a pedir moderación de salarios o rigor en el gasto público cuando desde la Administración el mensaje invariable es que todo va bien y que las dificultades son leves y pasajeras?, ¿a quién le va a resultar simpático que desde la CEOE se preconicen subidas salariales moderadas, o se alerte sobre la imposibilidad de seguir pagando incrementos del gasto social en plena recesión, o se anuncie que a partir de ahora cualquier nueva subida de impuestos y cotizaciones producirá cierre de empresas y, paradójicamente, mermas en la recaudación el Estado?

Sin embargo, los hechos son tozudos y han acabado por darnos la razón: hay crisis, y además es la más profunda desde 1959. Por lo demás, las autoridades económicas ya lo reconocen, aunque con su impenitente optimismo se apresuran a añadir que "hemos tocado fondo", y que si bien no se sabe cuando vamos a mejorar, es imposible que vayamos a peor, lo que supone desconocer la Ley de Murphy.

Si ya aceptamos que hay crisis, la pregunta es la siguiente: ¿quién está pagando sus efectos? ¿la están pagando los asalariados, cuyos salarios están, creciendo este año al doble que el PIB nominal?, ¿la están pagando los pensionistas, que hasta la fecha han tenido sus pensiones indicadas según la inflación del año anterior?, ¿o la están pagando los funcionarios, que si bien han perdido poder adquisitivo no han contribuido con una sola persona a los 3.400.000 parados que hay en España?

Aunque se diga lo contrario, es evidente que ninguno de estos colectivos está pagando hoy por hoy la crisis. La sufren, ante todo, los empresarios que se arruinan y los parados que estas ruinas producen (parados que no solamente son antiguos asalariados, sino también cientos de miles de pequeños empresarios y autónomos que cesan en su actividad sin tener derecho a prestaciones por desempleo).

En segundo lugar, sufren la crisis las empresas que no cierran, pero han visto cómo se comprimía su beneficio de suerte que de cada 100 pesetas hace tres años, hoy solamente ganan 37, ¿concebiría alguien un sacrificio similar de las rentas de los asalariados?

En tercer lugar, sufren la crisis los jóvenes, que no encuentran -empleo. Y ello es lo más lacerante y negativo de la situación actual. Los jóvenes en paro representan el 40% del total de parados. Este porcentaje es el mayor de ` los países desarrollados. Y la sociedad debe recordar que la famosa huelga de 1988 convocada por CC OO y UGT se justificó ante la opinión pública como oposición a medidas eficaces para contratar jóvenes. Y debe recordarse que el Gobierno retiró cualquier medida eficaz en esta dirección como consecuencia de la citada huelga. Son los mismos que ahora comienzan a acusar a la CEOE de no ser tan activos como ellos en la promoción y defensa de cualquier acuerdo social que in teresa a los propios sindicatos por razones exclusivamente políticas, aunque no sea eficaz para salir de la crisis. Y por último, la crisis la pagamos todos en concepto de contribuyentes, ya que hemos sufrido en los últimos meses importantes incrementos en todos los impuestos, directos e indirectos, así como en las cotizaciones sociales, para subvenir el gasto disparado de un Estado que por más que recauda no acierta a controlar su desequilibrio entre ingresos y gastos.

En este último punto, es lógico pensar que, en cuanto contribuyentes, la crisis recaerá más sobre aquéllos que más impuestos paguen. ¿Quiénes son?

Hay una tendencia a asegurar que en España solamente pagan impuestos los que viven de nómina, y a identificar este grupo solamente con los asalariados en sentido estricto, cuando es un hecho que una gran mayoría de empresarios (es decir, de propietarios de empresas), también están dados de alta como empleados de su propia empresa en calidad de directores o de gerentes, y pagan impuestos en concepto de rentas del trabajo personal. Hagamos un breve resumen:

- En 1992, los ingresos totales del Estado y las Administraciones públicas ascendieron a 24,5 billones de pesetas . De esta cantidad, recauda en concepto de impuestos directos e indirectos, cotizaciones sociales, transferencias de la Comunidad Europea, etcétera. El colectivo empresarial compuesto aproximadamente por dos millones y medio de personas físicas y jurídicas, aporte 12 billones, es decir, casi el 50%. Y todos los demás españoles, asalariados en sentido estricto, simples consumidores a través de los impuestos indirectos, etcétera, que podemos estimar en por lo menos otros 12 millones de contribuyentes, pagaron el 50% (en realidad pagaron menos, ya que en ese 50% se incluyen cantidades que vienen aportadas de Europa).

Solamente en cotizaciones a la Seguridad Social y al desempleo, los empresarios pagaron siete billones en 1992. En concepto de impuestos de sociedades pagaron otro billón, y el resto, hasta 12, fue su participación en el IRPF, IVA, impuestos especiales, sobre el patrimonio, y una pléyade de impuestos municipales y autonómicos (como el IAE).

Se puede afirmar, entonces, que cada empresario paga en promedio cuatro veces más en impuestos y cotizaciones que cada trabajador, por lo cual adquiere pleno sentido la permanente solicitud de la CEOE, para que los impuestos se moderen, frente a la permanente solicitud de los sindicatos, para que éstos se aumenten todavía más, lo que sería de todo punto ilógico si fuese cierto que "los únicos que pagan impuestos en España son los trabajadores".

Creo que estos son los datos que hay que tener en cuenta de cara a las negociaciones del acuerdo social, que debe ser un buen complemento, y no un sucedáneo, de una buena política económica, y que ha de contribuir a repartir equitativamente los efectos de la crisis de manera que los actuales paganos, empresas, parados, jóvenes y contribuyentes, pueden verse aliviados frente a asalariados, funcionarios y perceptores de prestaciones sociales, que son los que hasta ahora han estado al abrigo de la crisis.

es presidente de la CECIE.

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