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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Los museos en Cataluña

Hemos pasado nuestras vacaciones en la Costa Brava. A mi marido y a mí nos gusta aprovechar estos días de descanso para visitar museos y otros lugares de interés artístico con nuestros tres hijos.Creíamos que los museos españoles no se habían adaptado todavía, en cuanto a precios se refiere, a los de nuestro entorno comunitario; pero nos hemos equivocado.

El presupuesto cultural de la familia se ha desbordado con creces. Veamos algunos ejemplos: el Museo Dalí de Figueras cuesta 900 pesetas a los adultos y 700 pesetas a los niños; el museo de juguetes de esa misma ciudad, 400 y 250 pesetas, respectivamente; las ruinas arqueológicas de Ampurias, 400 pesetas los adultos y los niños, rara excepción, no pagan, sin embargo, el audiovisual lo tienen que pagar todos aparte al precio de 300 pesetas; la Sagrada Familia de Gaudí, 600 pesetas tanto los adultos como los niños, y si se quiere subir en ascensor a las torres hay que pagar, además, 125 pesetas; la Fundación Tápies, 400 pesetas los adultos y 200 los niños, el audiovisual sólo se puede oír en catalán y en inglés; el Museo Nacional de Arte de Cataluña está cerrado por obras, pero tiene abiertas unas exposiciones temporales, nada representativas de sus fondos para el público en general, como es una colección de reproducciones de pinturas románicas y La batalla de Tetuán vista por Fortuny y Sans Cabot, al precio de 500 pesetas.

Al principio del verano comprendía, incluso alababa, el bando del alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, animando a la ciudadanía a visitar la magnífica exposición de Miró; después, las 1.000 pesetas que cuesta la entrada, me han hecho reflexionar.- María Ángeles Carrera.

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Cada vez es más recurrente

sacar a colación los fondos ocultos del Museo del Prado, bien como referencia a su mala gestión, bien como instrumento para arremeter contra la compra de la colección Thyssen, como hace su comunicante Fernando Cavestany en una carta al director llena de despropósitos (EL PAÍS, 19 de agosto).Casi siempre la intención es la de proyectar la reconversión de palacios aledaños para cobijar las cerca de 7.000 obras que componen dichos fondos. Entretanto parecen buenas soluciones interinas como exposiciones itinerantes por capitales americanas, para gloria de nuestro quietísimo cuerpo diplomático, exposiciones temáticas, intercambios con otros fondos museísticos, cesión a museos menos dotados. En fin, todo menos el ocultismo.- .

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