Miles de madrileños acudieron anoche al Planetario
La invitación del Planetario para ver la Luna y Saturno anoche cosechó un gran éxito. En la explanada del parque Tierno Galván, una larga fila de ciudadanos, sobre todo familias con niños, esperaba pacientemente a que llegara su turno para observar de cerca y durante unos segundos la blanca pelota de la luna.Los miembros de la Agrupación Astronómica de Madrid habían instalado cinco telescopios de distinta potencia dirigidos a a Luna y al planeta Saturno. Esta asociación está formada por un grupo de madrileños aficionados a las estrellas. Desde hace varios años organizan observaciones públicas en colaboración con el Planetario.
Cielo claro
El tiempo estuvo a favor: la noche fue clara. Cerrar un ojo y encontrar el punto justo de la lente era la única dificultad que los espectadores tenían que superar. Eso les costaba a algunos, sobre todo a los niños. Por ello, Juan Carlos, uno de los miembros de la Agrupación Astronómica, les preguntaba a veces: "¿Y que has visto?". Luego ayudaba a dirigir la vista correctamente a la lente.Por los telescopios se podían distinguir claramente los cráteres de la Luna, los de bordes lisos, formados por volcanes, y los de perfil escaparado, surgidos de impactos de meteoritos. Juan Carlos no se cansaba de repetirlas explicaciones: la distancia entre la Luna y la Tierra es de 394.000 kilómetros. Para ilustrar las proporciones comparaba la Luna con una pelota de tenis y la Tierra, con una de baloncesto.
Algunos se mostraron un poco descepcionados. "Esperaba otra cosa, ver la superficie más de cerca," comentó una mujer, pero su hijo deslizó muy convencido: "No mamá, era muy bonito". Tras pasar por el penúltimo telescopio, el de más aumento, la madre estaba tan encantada como su hijo. Saturno se podía ver, más chico que la Luna, pero suficientemente claro como para reconocer las anillos formado de partículas de hielo.
La observación estaba previsto. hasta la medianoche, pero como había mucha gente esperando la Agrupación Astronómica se preparaba para quedarse más tiempo. A los aficionados no les molestaba. "Esa es una de las cualidades de los astronómos, que sean pacientes", zanjó Juan Carlos.
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