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"No hay base objetiva para el miedo", dice Jordi Pujol

El Puerto Olímpico recobró ayer la normalidad tras los últimos atentados de la ETA. Los bares de la zona apenas notaron una menor afluencia de la clientela, que acudió, como de costumbre, a los lugares de ocio. Incluso Jordi Pujol, presidente de la Generalitat, fue a cenar a uno de los restaurantes y comentó: "No hay base objetiva para el miedo"Pujol se trasladó expresamente desde Queralbs, el pueblo del Pirineo donde veranea. Antes de salir de allí ya había subrayado que "nada alterará el clima de paz y seguridad que vive Cataluña". El presidente de la Generalitat manifestó que la población "no se ha de sentir intranquila" a causa de los últimos atentados y dudó de que ETA se haya fijado como objetivo atentar contra equipamientos y zonas construidas para los Juegos Olímpicos de 1992.

En respuesta a la petición hecha ayer por la Asociación de Víctimas del Terrorismo para que se organice un acto público de repulsa contra los atentados, Pujol dijo que la mayor demostración de esa repulsa "'es el rechazo del terrorismo que Cataluña viene realizando desde hace más de 20 años".

Los bares La Galerna y Túnel del Port permanecían cerrados a cal y canto tras la explosión del pasado domingo. Los cristales de La Galerna estaban rotos por el impacto de la bomba. Como medida preventiva, los propietarios habían contratado a un guardia de seguridad que permanecía impasible ante las preguntas de los curiosos. Incluso un cliente exigió tomar una copa, pese a la clausura del local, "como testimonio de solidaridad frente a la barbarie de los terroristas", según comentó el propio guardia.

La gente acudió a la terraza de la cafetería Bernabier, el local en el que las fuerzas de seguridad habían desactivado un paquete bomba. "Estas cosas ya no asustan a nadie" dice Josep Vila, un cliente del local. Los camareros trabajaban con normalidad en el bar e incluso se hacían fotos. Uno de los clientes se despidió diciendo "hasta mañana si Dios quiere", a lo que contestó una de las empleadas: "Nunca mejor dicho".

Pese a todo, la cafetería seguía abierta a los clientes que, indiferentes ante los acontecimientos, seguían cenando y tomando copas. "Si tuviésemos miedo por estas cosas no podríamos salir a la calle", comentó Josep Pous, encargado del bar Bernabier, que agregó: "Lo que ha podido pasar hoy puede pasar mañana, pero no nos podemos acostumbrar a estos atentados.

El Puerto Olímpico permaneció en calma durante toda la noche de ayer. Los clientes acudieron, como de costumbre, a las terrazas de la zona. Los atentados de ETA no consigueron amedrentar los ánimos de los barceloneses que siguieron encontrando en el puerto un lugar de tranquilidad. Mario Goméz tomaba una copa mientras comentaba: "Ni una bomba atómica hubiese podido perturbar la tranquilidad y la paz de este lugar, cerca del Mediterráneo, porque desde lo de Hipercor hemos sabido reaccionar".

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Algunas personas incluso se mostraron contrariadas por la habitual afluencia de clientes. "Tendríamos que haber venido miles de personas para que se enterase ETA de que no nos asutan con sus bornbas", comentó Enric Vidal, un jubilado que estaba sentado en una de las terrazas del Puerto Olímpico. Y anadió: "La gente ya no se inmuta por nada".

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