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LAS VENTAS

Cuatro minutos de 'esensia'

El veterano Manolo Cortés aún guarda esensias del toreo puro y ayer perfumó Las Ventas con ellas durante cuatro gloriosos, eternos e inconmensurables minutos. Este milagro, tan poco habitual en el calé últimamente, le pone de nuevo en órbita. Son las cosas de los coletudos de su tipo, que entienden el toreo como expresión sentimental y no como profesión: emborrachan los sentidos con cuatro minutos en los que alumbran diez muletazos perfectos y embriagadores, auríferos destellos en el reino de la mediocridad rampante que hoy caracteriza a la fiesta.

Ocurrió en el sobrero, un galafate engallado y zancudo, con el que Cortés, tras otros cuatro minutos de probaturas, se inspiró y se rompió a torear. Bastaron tres tandas de redondos con cante hondo, dos de naturales desmayaos, par de trincherillas con embrujo y bellísimos pases de la firma para encender la pasión hasta de los turistas ante este rutilante sortilegio. Cortés ya había mostrado la cruz de su moneda en el que abrió plaza, un mulo con cuernos, como todos los de Bohórquez, ayer moruchero en lugar de ganadero. Y yase sabe que los genios de la tauromaquia no pierden el tiempo trabajando a destajo para sacar agua de pozos secos de casta.

Bohórquez / Cortés, Soro II, Rodríguez

Cinco toros de Fermín Bohórquez, bien presentados, descastados, nobles y muy flojos. , sobrero, de Santa María (en sustitución de uno del hierro titular devuelto por inválido), con trapío, manejable y flojo.Manolo Cortés: pinchazo sin soltar, media perpendicular desprendida, media a paso de banderillas, pinchazo, media atravesada contraria, dos descabellos- aviso y otros dods descabellos (pitos); estocadatrasera tendida -aviso- y descabello (vuelta). Soro II: pinchazo sin soltar y estocada baja (silencio); pinchazo, media desprendida- aviso y descabello (silencio). Miguel Rodríguez: estocada y cinco descabellos (ovación). Plaza de Las Ventas, 15 de agosto. media entrada.

Casi inválidos

Soro II y Miguel Rodríguez, triunfadores en la canícula taurina de Madrid, se estrellaron igualmente con semejantes bichos, casi inválidos para más inri. Solo que al primero no le soplaron las musas y bregó con desacertada entrega y escaso temple, apostando más por la calidad que la cantidad. Algo lógico en quien tan poco actúa y que no por ello merece volver a las catacumbas de las que en su anterior tarde venteña, cuando apuntó caricias y ortodoxia, huyó todo lo que pudo.Rodríguez debió marcharse de la plaza maldiciendo semejante moruchada y sintiéndose más desgraciado que el barro de hacer bacines. Le tocaron los más imposibles para el lucimiento: un marmolillo descaradote y agresivo de velas, pura forma sin fondo, y un abufalado que llegó inválido al último tercio. Aún así, Rodríguez mantuvo en alza su cartel con los escasos destellos que le permitieron con percal, garapullos y pañosa.

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