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SAN LORENZO DE EL ESCORIAL

'Astifinitis'

El santo que antecede al nombre de este pueblo serrano hizo ayer el milagro, precisamente en su día grande y festivo, de que los toros salieran y semejaran tener íntegros sus pitones. En las escasísimas ocasiones en que eso ocurre en plazas de tercera categoría, también sucede que les entra a algunos coletudos una enfermedad clásica: la astifinitis. Y se caen del cartel. Litri y Finito de Córdoba, anunciados, se cayeron del cartel no sin aducir, eso sí, con reglamentario y oficial parte médico, uno su estado febril, y otro gastroenteritis.Pero la afición no se lo creyó y más bien pensaron que la incomparecencia de los diestros fue producto de la astifinitis; quizá por aplicar el viejo refrán de "piensa mal y acertarás". Para mayor escarnio de los caídos, sus sustitutos, óscar Higares y Javier Vázquez, salieron a, hombros con estos toros astifinos.

Camuñas / Jesulín, Higares, Vázquez

Toros de Javier Camuñas, bien presentados, mansos, flojos y astifinos. Jesulín de Ubrique: pinchazo, estocada corta y se echa el toro (ovación); pinchazo sin soltar, dos pinchazos y estocada atravesada (silencio). Oscar Higares: estocada ligeramente trasera (oreja); gran estocada (dos orejas). Javier Vázquez: pinchazo -aviso- media desprendida perdiendo la muleta y tres descabellos (ovación); estocada (dos orejas).Plaza de San Lorenzo de El Escorial, 10 de agosto. Segunda de feria. Casi lleno.

Además de San Lorenzo, colaboraron en el milagro dos raros especímenes, a los que habría que elevar a los altares táuricos. Uno, el ganadero Javier Camuñas, perteneciente a la Unión de Criadores, tan inclinada al despitorre. Otro, Pedro Pozo el nuevo empresario de este coso, que llevaba varios años siendo la caverna del afeitado. Loor a ambos.

Y loor y salvas de aplausos para los toreros sustitutos, a quienes no asustaron las perchas que exhibían los bicornes., Es más, ambos matadores dieron la vuelta por pasiva a la oración y asustaron a los dos últimos toros de su lote, mansos, a los que obligaron a comerse las respectivas muletas. Era la autenticidad de la fiesta, toros y toreros en entregada y perfecta conjunción. Tanto Higares como Vázquez se la jugaron de verdad, robándoles los muletazos a sus toros a base de exponer las femorales. Y ambos coincidieron asimismo en fulminarlos con grandes espadazos. En sus toros anteriores habían cumplido también sobradamente, e Higares se llevó otra oreja también por su gran estocada. Allí nadie se acordó de los caídos Litri y Finito.

El mayor mérito de Jesulín fue no caerse del cartel. Eso, e intentar su toreo de parón con dos toros que no se lo permitieron por su escasez de fuerzas.

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