Cautivo de ETA
EL SECUESTRO del ingeniero donostiarra Julio Iglesias Zamora ha cumplido un mes. Y ha coincidido con el reconocimiento explícito de ETA de ser la autora de la fechoría. Explícito, pues desde el principio existían indicios más que fundados de que el hecho llevaba la inconfundible marca de la organización terrorista. Y que poco tiempo después se convirtieron en pruebas irrefutables, cuando en el entorno de los terroristas se mantuvo un silencio cómplice e incluso se justificó lo que entonces aparecía como una hipótesis -pero quizá un hecho consumado, conocido como tal, para algunos de los que callaban o comprendían- frente al clamor que comenzó a surgir en los más diversos sectores de la sociedad vasca contra ese cruel y brutal atentado contra la libertad de una persona.Salvo el efecto tranquilizador que ese reconocimiento explícito aporta sobre la suerte del secuestrado, nada hay en el comunicado de ETA y en la forma de darlo a conocer a través del periódico (si es que así puede llamarse a ese altavoz de chantajes) Egin que merezca la atención. La misma terminología hueca, ridículamente pretenciosa y alejada de la realidad -llamar "arresto" a lo que constituye una absoluta y continuada situación de falta de libertad de una persona-; los mismos clichés ideológicos para justificar sus crímenes; la misma forma de poner en marcha los mecanismos de la extorsión... Quizá sea el patético anacronismo de ese modo de actuar -aparte de su maldad intrinseca-, cada vez más extraño al sentir y a los afanes de la sociedad vasca, deseosa sobre todo de progresar en la consolidación de sus instituciones y en la solución de sus problemas económicos, lo que explica la creciente beligerancia social, pacífica pero activa, que se manifiesta contra esa panda de orates.
Si quienes marcan los derroteros actuales de la organización terrorista -lo que Arzalluz califica de casta- tienen un mínimo contacto con la realidad del pueblo vasco y quieren respetar sus deseos, en lugar de usarlos exclusivamente como pantalla y pretexto para seguir matando y secuestrando, ya saben lo que tienen que hacer: restituir la libertad a quien han desposeído de ella alevosa y cobardemente. La sociedad vasca se ha manifestado inequívocamente: organizaciones cívicas, grupos pacifistas, instituciones públicas, compañeros de trabajo del secuestrado, fuerzas políticas democráticas representativas de la inmensa mayoría de la población vasca... Todos reclaman a ETA la libertad de Julio Iglesias Zamora. ¿De qué sofismas y mentiras no deberá echar mano una organización que dice pretender la liberación del pueblo vasco para desafiarlo tan frontalmente e imponer su voluntad sobre la suya? Quien reivindique la libertad del pueblo vasco que empiece por no secuestrársela a los ciudadanos vascos.
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