Sarajevo
Los PAÍSES miembros del Pacto Atlántico han decidido -despuésde muchas horas de discusión- dar vía libre al posible ataque desde el aire de las posiciones serbias qué cercan Sarajevo y que están condenando a esta ciudad a una muerte más o menos lenta. Esta decisión de la OTAN -que a primera vista parece contradecir una actitud general capituladora ante la partición de Bosnia, asumida por los países occidentales- no supone, en realidad, un cambio en la trayectoria seguida por la Comunidad Europea y la- ONU. Tampoco desborda el marco de las resoluciones adoptadas en los últimos meses por el Consejo de Seguridad. ¿Por qué ha sido aprobada precisamente ahora? Tres razones fundamentales lo explican.Primero, la presión que ejercen sobreé1 presidente Clinton amplios sectores norteamericanos que se niegan a aceptar que el conflicto en la antigua Yugoslavia termine con la victoria de los agresores serbios. Clinton ha querido hacer un gesto -aunque sea más de fachada que de contenido- para desmarcarse de la actitud de los europeos, calificada de capituladora por parte de la opinión norteamericana. En segundo lugar, está la amenaza directa que pesa sobre Sarajevo. En estos momentos, los serbios abusan de su superioridad: mientras imponen al Gobierno bosnio el desmembramiento de su país, siguen atacando Saraievo. La hipótesis de que pretendieran conquistarlo pondría patas arriba incluso el acuerdo de una confederación de los tres Estados de Bosnia, sobre la cual cuajó el compromiso de Ginebra. Mantener Sarajevo en manos del Gobierno de Izetbegovic es condición sine qua non para -que la aceptación de la victoria serbia por parte de EE UU y Europa pueda revestir una apariencia mínimamente respetable. Es significativo que, ante la conquista por los serbios del monte Bjelasnica (que, de hecho, les permite dominar Sarajevo), el propio Karadzic (líder de los serbios de Bosnia) lo haya considerado excesivo y haya prometido la devolución de dicho monte. Ello confirma que una eventual acción aérea de la OTAN tendría probablemente como objetivo frenar los abusos de los grupos serbios más extremistas.
En tercer lugar, la actitud de Washington, al con
vocar la reunión de la OTAN, propone 1 r en ella acciones aéreas contra los serbios e incluso amenazar con acciones unilaterales propias, refleja la voluntad de aprovechar un momento de debilidad de Europa para afirmar su liderazgo en una cuestión, la de Bosnia, en la que la política norteamericana ha dado constantes bandazos, dejando por los suelos el prestigio de Clinton tanto en su país como en el plano internacional.
¿Qué va a dar de sí una resolución que resulta llamativa sobre todo en los titulares de la prensa? Es probable que poca cosa. En su sustancia no es tan novedosa como parece a primera vista. El Consejo de la ONU ya había encargado a la OTAN que realizase preparativos para posibles acciones aéreas. Se trata ahora de saber qué encargo concreto recibirá la OTAN si se decide llevar a cabo alguna acción aérea. Si se aplicase -como pide Francia- estrictamente la resolución 836, la OTAN sólo podría actuar para proteger a los cascos azules después de una petición de éstos. Por su parte, EE UU propugna una interpretación más amplia, asignando a la acción aérea el objetivo de impedir que continúe el cerco de Sarajevo y de liberar las vías de acceso para abastecer a esa ciudad. Ello entraría más bien en el ámbito de la resolución 770 del Consejo de Seguridad, en la cual se autoriza el empleo de "todos los medios necesarios" para garantizar el abastecimiento de Sarajevo.
En todo caso, las diferencias entre los aliados son considerables. Sobre todo entre EE UU, que no tiene tropas de Tierra en Bosnia, y los países que han enviado la mayor parte de los cascos azules. El debate se trasladará ahora al Consejo de Seguridad, en cuyo seno hay que esperar actitudes negativas, al menos por parte de Rusia, China y países del Tercer Mundo. Mientras tanto, los combates que no cesan y las negociaciones de Ginebra determinarán el triste futuro de esa zona de Europa.
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