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Los sistemas políticos no crean genios artísticos, dice Calvo Serraller

Rocío García

"La democracia mejor no es capaz de promover la genialidad", afirmó ayer el catedrático y crítico de arte Francisco Calvo Serraller en la inauguración del curso 15 años de arte español, 1978-1993, en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander. En una sala llena a rebosar, Calvo Serraller, director del curso, hizo un balance crítico del panorama artístico español de los tres lustros de democracia en nuestro país -"marco cronológico adecuado para encuadrar una generación"- tomando como punto de partida la promulgación de la Constitución y la consiguiente aparición de elementos nuevos de cosmopolitismo y secularización.El catedrático señaló como un gran equívoco el de creer que los sistemas políticos tienen capacidad de crear genios artísticos. Para Calvo Serraller, el mejor ejemplo de ello está en el Siglo de Oro de la pintura española, que se produjo en una época de decadencia, de fuerte control político y de un alejamiento de los planteamientos entonces en boga en Europa.

Dejando bien claro que todo ello no significa, artísticamente hablando, que sea lo mismo trabajar en una democracia o no, Calvo Serraller apuntó al fenómeno del público "como la gran novedad revolucionaria de la democracia con respecto a las dictaturas, que sólo producen masas". El catedrático fijó, como aspecto positivo para el arte en estos 15 años de democracia, la creación por primera vez en la historia de España de un Público para el arte de vanguardia". Sin embargo, quiso dejar claro que esta afluencia de público a las exposiciones no tiene medición posible en el plano artístico.

"Pobreza alarmante"

Calvo Serraller hizo especial énfasis en los aspectos negativos de esta época, sobre todo a nivel institucional, en el que, según él, "los resultados son de una pobreza alamnante". El crecimiento del público no ha consolidado un mercado nacional, ni un panorama de instituciones estables, ni tampoco ha generado una cultura específica, señaló. Para ejemplificar el "raquitismo crónico" del mercado artístico actual, citó la desproporción entre el número de visitantes y la facturación de las ferias de arte, el nulo éxito económico de las galerías y la incapacidad del mercado nacional de imponer un solo valor a nivel internacional. En el campo de las instituciones públicas, Calvo Serraller expuso un panorama desolador en el que sólo exceptuó al IVAM de Valencia. Del Reina Sofia -"que podría haber sido el buque insignia de la democracia"- dijo que adolecía de una parálisis peligrosa; del Centro de Arte Moderno de Las Palmas auguró un nuevo cierre, en caso de no cambiar de política cultural, y del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona señaló que, después de inversiones millonarias, todavía hoy se sigue discutiendo su contenido. "Primero se construye un museo y luego se piensa para qué se ha construido", ironizó.

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