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Cierra sus puertas el teatro Taganka de Moscú, un monumento de la escena libre de este siglo

El caos administrativo hace inviable una sala que no osó cerrar la dictadura soviética

El legendario Teatro Taganka de Moscú, que tanto irritaba a los burócratas comunistas en la época de Leonid Bréznev, ha cerrado sus puertas. Lo que no consiguió la dictadura soviética, ha sucedido ahora, sin arrestos ni deportaciones, durante este difícil aprendizaje de la democracia que vive Rusia. En la sala Taganka, donde se dio a conocer al mundo el mundialmente famoso directorYuri Lubímov, se concentró durante décadas la herencia de la gran tradición teatral rusa y en la actualidad era uno de los últimos reductos de la libertad de la escena generada por la vanguardia soviética anterior a Stalin.

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El gran director Yun Lubímov, que fundó al mundialmente conocido Teatro Taganka en 1964, se halla enfrentado al actor y director Nikolái Gubenko, que fue ministro de: Cultura durante el gobierno de Mijaíl Gorbachov. La razón del conflicto entre estos dos hombres que han sido figuras centrales de la vida cultural rusa es económica. Un grupo de actores de Taganka, descontentos por los privilegios que, según. ellos, daba Lubímov a sus preferidos, y temerosos de ser echados a la calle, decidió separarse, formar su propia compañía -la Comunidad de Actores de Taganka- y exigir la división de la propiedad del teatro. El dueño oficial de éste, la Municipalidad de Moscú, reconoció al nuevo grupo y decidió darle uno de los tres escenarios que tiene Taganka. Lubírnov, que se considera el verdadero dueño del teatro, se opuso categóricamente a entregar al grupo disidente el llamado nuevo escenario, terminado de construir en 1980 -el mismo año en que tuvo que abandonar la URSS- de acuerdo con planos bajo los que figura su propia firma, y llevó el caso a los tribunales.Sólo dos; representaciones del Doctor Zhivago -la novela de Borís Pasternak convertida en espectáculo musical por Lubímov y el compositor Alfred Schnitke- alcanzaron a ver los rusos: Lubírnov suspendió las funciones hasta que el tribunal de arbitraje: dictaminara, clausuró el teatro y declaró que si éste fallaba en contra suya, abandonaría el país. El cierre de Taganka, realizado para "llamar la atención de la opinión pública sobre el caso" y sus amenazas de dejar Rusia no tuvieron la menor influencia en el veredicto: el tribunal dio la razón a la Municipalidad y, por lo tanto" la victoria fue del grupo de Gubenko.

Los jueces, naturalmente, no tomaron en cuenta ni la genialidad de Yuri Lubímov ni su lucha por la libertad cultural, sino que se rigieron por categorías estrictamente jurídicas. Y en este país donde hasta hace poco no había propiedad privada, los teatros son propiedad municipal. Lubímov ha apelado a la instancia superior y, por el momento, mantiene cerrado el teatro. Y nadie sabe si cumplirá su amenaza de marcharse del país.

Tragedia cultural y ética

Lo que sucede con el Teatro Taganka es una tragedia tanto cultural como ética. Tragedia cultural porque, de hecho, está signifícando la muerte de una de las mejores compañías teatrales rusas, y ética porque está envenenando las almas de excelentes artistas. Lubímov y Gubenko eran padre e hijo, eran amigos que en momentos difíciles dieron pruebas de su lealtad mutua. Gubenko, que por defender a Lubímov en su época no recibió del Estado el nuevo apartamento que ya le habían designado, hoy insulta a su maestro y le llama traidor. Su comportamiento, es amoral, como ha escrito un crítico liberal, aunque indudablemente el hijo tiene derecho a parte de los bienes del padre. Pero también lo es la posición del padre, de Lubímov, que llama a la otrora odiada policía para impedir que entren al edificio del teatro los actores que aún trabajan en él. El genio que es Lubímov no debería enlodarse en esta mezquina pelea y debería seguir produciendo obras maestras, en lugar de cerrar el teatro y hacer pagar al público, a la cultura rusa por la incapacidad de ambas partes de divorciarse civilizadamente.

Al público extranjero, sin embargo, no afectará la clausura en Moscú del Teatro Taganka, pues la compañía se dispone próximamente a salir de gira por Europa. Y en noviembre de este año llevará a España Crimen y castigo, basado en la novela homónima de Fiódor Dostoievski.

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