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Entrevista:

"Siempre se ha dicho que las 'marias' eran para las mujeres"

Rosa Rivas

Cristina Alberdi, sevillana-madrileña de 47 años, acometió el primer día de trabajo en su despacho del Ministerio de Asuntos Sociales, el pasado jueves, con la misma decisión de aquella letrada progresista que acudía a manifestacion es pro-democracia, luchaba por una ley del divorcio y firmaba escritos para la despenalización del aborto. A sus espaldas, un bufete de abogadas cargado de trabajo. De frente, un montón de tareas y una legítima cabezonería: eliminar el sexismo de la sociedad española. Su discurso feminista aparece tatuado en su discurso de ministra.Pregunta. ¿Qué sintió cuando oyó el rugido masculino aderezando la entrada de la ministra de Cultura, Carmen Alborch, en el Congreso?

Respuesta. No me lo explico. Me pareció tan inadecuado.... En cuanto aparece una mujer hay un tratamiento frívolo. Hay una misoginia que en muchos casos es inconsciente. Y en el análisis de las mujeres que entran en puestos de responsabilidad aparece inmediatamente el comentario del traje que lleva, luego enseguida las alusiones a la vida privada, cosa que a los hombres no se les pregunta. Creo que es una labor nuestra cambiarlo, con el apoyo de toda la sociedad.

P. Asuntos Sociales y su titular han recibido calificativos despectivos. La propia Matilde Fernández señaló en el relevo que fue, en sus orígenes, un "ministerio de retales". ¿Piensa barrer sambenitos?

R. Mi antecesora dijo que Asuntos Sociales había sido un ministerio de retales. Pero quiero que quede claro que lo fue al principio y que durante el trabajo de Matilde Fernández ya dejó de serlo. Durante esos cinco años el ministerio ha cambiado. Las competencias han ido aumentando, como es lógico en una sociedad como la que vivimos, en la que cada vez hay que atender a más colectivos y en la que el bienestar social es sumamente importante. El dar otra imagen a un ministerio de este tipo es un problema ligado a la imagen de la mujer, y en los medios de comunicación -no digamos en la publicidad- sigue siendo muy frívola, muy peyorativa y discriminatoria. De un ministro no suelen decir simplemente Pedro, o José. Y aquí decían Matilde. Quizá eso tenga que ver con un tratamiento más cercano hacia la mujer. Las mujeres creamos una situación de proximidad, y me parece que eso es bueno, pero siempre y cuando no implique un tratamiento desconsiderado.

P. ¿Los asuntos sociales son asuntos de mujeres?

R. No me parece mal que estos ministerios estén en manos de mujeres. Siempre se ha dicho que a las mujeres nos daban las marías... Creo que se ha pensado en mujeres para desempeñar estar tareas porque precisamente las mujeres hemos estado siempre muy ligadas a ellas. Ninguno de los temas que este ministerio aborda me es ajeno, pues he estado en contacto con ellos a lo largo de mi vida profesional. Yo siempre he dicho que era un error considerar estos ministerios como de menor entidad. En Europa los ministerios de asuntos sociales, aunque son de reciente creación, tienen una importancia extraordinaria.

P. Aquí no parecen tan convencidos...

R. Si me tengo que pelear con mis compañeros por conseguir algo, lo haré. Como siempre lo he hecho. Cuando tienes una idea clara, la defiendes.

P. ¿Su instinto de gestora está alerta?

R. Sí. Hay muchas políticas en marcha que tenemos que desarrollar: minusvalías, infancia, jóvenes, plan gerontológico nacional, segundo plan de acción para la igualdad de la mujer... y ahora este ministerio asume también dos cuestiones de importancia capital, como la droga y las migraciones. Las competencias abarcan a toda la sociedad; son temas que interesan y afectan a todos los ciudadanos.

P. ¿Va a ser una ministra de oficina?

R. ¡Nooo! Este ministerio no tiene más remedio que salir a la calle, porque tiene que estar en contacto permanente con todos los colectivos, con todos los problemas. Si hay un ministerio de calle, ése es el mío. Es muy importante su conexión con las necesidades sociales, en este sentido hay que estar muy alerta a todo lo que vaya surgiendo. Las sociedades actuales están en transformación, generan realidades nuevas que hay que atender. Por ejemplo, la institución familiar es distinta y acoge ya múltiples formas de convivencia; hay colectivos nuevos, con religiones y comportamientos diversos; la situación demográfica es distinta, aumentan las personas de mayor edad...

P. En su toma de posesión insistió en la conexión con la sociedad civil, ¿cómo la va a materializar?

R. La regulación del servicio civil y el voluntariado van a ser uno de los ejes de mi gestión. Hay que impulsar políticas que fomenten el voluntariado, porque España es en muchos aspectos un país muy cohesionado y no tan insolidario como parece. No tenemos gran tradición de asociacionismo, pero hay mucha gente entusiasta, que quiere participar, y que no encuentra los cauces, eso lo he visto yo en mi despacho. Quiero transmitir entusiasmo y que el voluntariado tenga un reconocimiento social, como lo tiene en Inglaterra o Estados Unidos. Además, en una etapa de austeridad como la que vamos a tener, con dificultades económicas, la solidaridad de los ciudadanos va a ser clave.

P. ¿Y qué hay de las polémicas subvenciones?

R. Voy a intentar entrar muy de cerca en ese asunto y dar las subvenciones en función de lo que trabajen las asociaciones. De cara a la concesión, habrá que ver si los proyectos son positivos, y en las asociaciones que ya hayan recibido subvención, habrá que comprobar si ha servido y si han hecho un buen trabajo. Desde el Ministerio de Asuntos Sociales se apoyará a las organizaciones que funcionan. Hay que potenciar las asociaciones que vayan a realizar o estén realizando tareas importantes. Porque en una sociedad como la nuestra es de una importancia enorme la distribución de los fondos. Voy a ser lo más objetiva posible.

P. De 1985 a 1990 fue vocal del Consejo General del Poder Judicial, la primera y única mujer en ocupar tal cargo. Hubo mujeres decepcionadas de no ver entonces a una Alberdi contestataria...

R. En términos generales no se frustró la esperanza que el colectivo de mujeres había depositado en mí. Fue muy importante lo que yo pude hacer allí, teniendo en cuenta un medio tan duro y tan difícil como el de los jueces, con sus tradiciones y costumbres. Tuvimos resoluciones judiciales tremendas, muy negativas para la mujer, y salí al paso en todas esas situaciones. No dejé de luchar por los problemas de la mujer. Me hice respetar y les hice comprender que yo también estaba allí para defender los temas de las mujeres, cosa que al principio no entendían muy bien.

P. Para una acérrima defensora de la cuota del 25% de participación femenina en órganos de poder, ¿tres ministras son suficientes?

R. No. Aún es escasa la representación de mujeres en la Administración. La cuota es un instrumento necesario, en todos los ámbitos, no sólo el político. Pero el próximo paso es la paridad. Tenemos que lograr una participación igualitaria, sin que sea noticia que una mujer accede a un puesto de poder.

P. Usted se ha curtido en colectivos

ministas y grupos de debate. Ahora, es decidida impulsora de los lobbies de mujeres. ¿Es importante que las mujeres se conviertan en grupo de presión?

R. Los lobbies de mujeres tienen una función importantísima: Formar líderes políticas, intentar que las mujeres se responsabilicen de las tareas colectivas, porque de las domésticas ya lo han estado toda la vida.

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Sobre la firma

Rosa Rivas
Periodista vinculada a EL PAÍS desde 1981. Premio Nacional de Gastronomía 2010. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense. Master en Periodismo Audiovisual por Boston University gracias a una Beca Fulbright. Autora del libro 'Felicidad. Carme Ruscalleda'. Ha colaborado con RTVE, Canal +, CBS Boston y FoolMagazine.

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