España pide a Latinoamérica que racionalice su demanda de ayuda económica

Felipe González pronunció ayer un discurso ante la III Cumbre Iberoamerimna en el que dejó traslucir la mala racha económica que atraviesan España y Europa y, en consecuencia, instó a su auditorio a racionalizar sus peticiones de ayuda al desarrollo. Antes de intervenir, el jefe del Gobierno español se reunió por separado con los presidentes de México, Carlos Salinas de Gortari; Colombia, César Gaviria, y Honduras, Rafael Leonardo Callejas.

Introducido por unas palabras del rey Juan Carlos, González, que fue el orador número 17, advirtió a sus oyentes que en materia de cooperación "no todo debe reducirse a peticiones de ayuda y metas financieras". "La cooperación", prosiguió, "debe modularse con más cuidado, seleccionando sectores claves y atendiendo a otros aspectos como la transferencia tecnológica o el reforzamiento de la capacidad institucional".Hace tan sólo 13 meses, en la Cumbre de la Tierra que se celebró en Río de Janeiro, Felipe González prometía en su alocución triplicar de aquí a fin de siglo la ayuda que España dedica al desarrollo. Al mes siguiente, anunciaba en la Cumbre Iberoamericana de Madrid la disposición española a financiar el grueso de los tres principales programas de cooperación que entonces se aprobaron. Desde entonces, la colaboración española ha sufrido recortes y fuentes gubernamentales dan por seguro que, en los próximos días, habrá más ajustes presupuestarios.

"Es verdad", reconoció González, "que la crisis económica internacional golpea también a los países iberoamericanos. Pero tengamos todos el coraje de ajustarnos a las exigencias del momento, de no rehuir las situaciones difíciles. Al contrario, tomemos con valentía las decisiones que hay que tomar, aunque nos duelan o nos parezcan impopulares".

El Rey alabó en su discurso el enfoque brasileño de la cumbre centrado "especialmente en el desarrollo social". También recalcó el Monarca, a quien el protocolo brasileño otorgó un papel relevante al colocarle como segundo orador tras el presidente Itamar Franco, que los iberoamericanos han hecho "ya del encuentro una costumbre". La diplomacia española discrepa sobre la conveniencia de que estas cumbres sean anuales.