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El perillán versalesco

José Luis Gómez Pinto-Fontán posee temple y energia como para enfrentarse a decenas de acreedores

Francisco Peregil

Los hombres capaces de implorar hasta extremos humillantes no suelen ser vulgares. El típico engatusador diestro en frases como "con lo listo que tú eres, cómo te vas a negar", una persona que hace sentirse importante a cualquiera que se le acerca... no puede engrosar la lista de ciudadanos anónimos que ganan Oposiciones, emprenden negocios con los que compran chalés adosados o gastan saliva en criticar a sus enemigos. Esos seres están hechos del material con el que se construyó Nuevo Versalles: toneladas de imaginación, energía desbordante y mucha fachada.José Luis Gómez Pinto-Fontán -Pinto Fontán antes de que cambiara de apellidos en 1987, Gómez-Pinto Fontán en el censo electoral y Pepe para sus íntimos- piensa a lo grande. Se le ocurre construir una urbanización en 1974 y en Fuenlabrada (Madrid) brota Nuevo Versalles: 11.500 viviendas sobre el papel, anunciadas con la niña Heidi en un paisaje idílico. Después de abandonar a su libre albedrío a clientes y proveedores, la Comunidad de Madrid se ve obligada a demoler la obra faraónica. Sólo han quedado 500 casas habitadas en medio de un paisaje -sin escuelas, hospitales, polideportivos- digno de la señorita Rotenmeyer. Y la broma de la demolición, que se efectuará a lo largo de este verano, saldrá por 400 millones de pesetas a cuenta del contribuyente.

Demasiada energía

Pero ese tipo de adversidades (familias sin hogar, sueños rotos, obreros sin sueldos) sólo afecta al ciudadano normal. José Luis, Pepe, Gómez-Pinto, guardaba demasiada energía en sus ciento sesenta y pocos centímetros de estatura, y su traje inmaculado no se había impregnado del olor a cárcel porque las veces que se sentó frente a un juez se levantó inocente. La última fue en 11978, cuando se desestimó la acusación que pesaba contra él por estafa y se desvió la causa hacia la responsabilidad civil de Pinto Fontán por las deudas contraídas. Pinto, a pesar de su inansión, de sus trajes, coches 31 noches de viajes y hoteles de cinco estrellas, se declaró insolvente y después cambió de nombre. Muchos creyeron que estaba en Brasil.Y no. Había aprendido la lección: el nombre de uno, con guión o sin él, no debe aparecer en cien metros a la redonda de las actas de cualquier consejo de administración Su mansión de más de mil metros cuadrados, valor catastral de 144 millones, suelo de madera de hierro piscina cubierta, gimnasio y casi tantos retretes como el chalé de Isabel Preysler figura a nombre de una empresa de su esposa, Josefina Talavera, de 53 años. Quienes la conocen aseguran que se trata de una mujer distinguida, de clase, a quien José Luis prefiere mantener al margen de sus negocios.

Su chalé había que preservarlo porque era y es el marco idóneo para seguir pensando a lo grande. Allí se engendró el concepto de Las Terrazas: 221) viviendas de lujo con squash, piscinas, saunas, gimnasios y salas de reuniones en pleno Aravaca. Se empezaron a promover en 1989 y aún están a medio terminar. La Caixa, una de las dos entidades que financiaban el proyecto, dejó de aportar dinero hace año y medio. Algunos proveedores ya han comenzado a cobrarse sus deudas en pisos.

¿Que hay deudas con la empresa de fontanería, que los aparejadores se quejan de que se les debe dinero, que la empresa de refrigeración exige más de cien millones ... ? Tranquilo, existen soluciones para todos. A éste le pago con oficinas, al otro le prometo participación en un proyecto magnífico, y si la historia salta a los periódicos, no contesto, me callo. Mientras tanto, insistiré, rogaré, imploraré a quien sea, donde sea, para que no se querelle, para que crea en mi buena fe.

Deudas por cobrar, empresas en litigio, empleados descontentos, pero, eso sí, su nombre en ningún documento, ni con guión ni sin él. No le gustan las fiestas de sociedad,, no se codea con gente con la que muchos ricos aspiran a codearse, no veranea en yate. En la boda de su hija, que se celebró el 25 de junio en el hotel Ritz, no había caras famosas ni vestidos deslumbrantes. Tampoco más de 300 personas. Todo olía a discreción trabajada a base de horas en casa.

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El hombre del frac se aburriría mucho con alguien tan hogareño. Del chalé de su casa al chalé de su oficina, a cinco minutos en coche. Ésa es su vida. Si acaso, un ratito de footing por los alrededores de su casa. Incluso cuando tiempo atrás se le plantaron unos obreros ante las puertas del bunker para reclamar sus salarlos, se tuvieron que marchar abatidos y desesperanzados sin cobrar un duro. El temple de Pinto Fontán pudo con todos ellos.

Desde que este periódico inició la publicación de sus andanzas -hace exactamente una semana-, José Luis no ha contestado a una sola de las innumerables llamadas que cada uno de los siete días se le hicieron. Y no será porque no lee los diarios. Los principales periódicos de difusión nacional le llegan a casa de mano de una de las sirvientas. Toda esa vida de lujo recluido, con un buen equipo de sirvientes (un matrimonio y los dos hijos, una chica interna, otra externa y el jardinero), no es óbice para que conserve buenos vínculos con algunos políticos.

Tampoco sus desaguisados inmobiliarios parecen crearle mala conciencia. El hombre acude a misa los domingos y se cree en paz con Dios y los mortales, a tenor de lo que opinan sus allegados. "En realidad, se considera un salvador", comenta un conocido.

Pocos enemigos

En consecuencia, con tanta longanimidad, los enemigos nunca adquieren la envergadura suficiente como para malgastar ingenio o saliva en criticarle. Si hay que despacharles con algún anatema -inepto, que no sirves pa na, quizás algo peor-, se hace, pero, eso sí, nunca en público. Su locuacidad guarda semejanzas con personajes como Jesús Gil -Pinto Fontán jugó en la categoría juvenil del Atlético de Madrid-, que se expresan a su manera pero vencen y a veces convencen.Algunos despechados acreedores prefieren no verle porque están seguros de que les va a convencer. Otros, sencillamente, le temen porque le consideran una persona violenta, que no repara en medios a la hora de proteger sus intereses.

Y aquí paz y después gloria, que en la vida hay muchas empresas que afrontar y el suelo sólo espera ladrillos en los que construir urbanizaciones con bañeras redondas como las de su casa.

En este momento, en la calle de las Arizónicas, 7, en Somosaguas (Pozuelo, Madrid), dentro de una especie de bunker, hay un hombre de 54 años que puede estar maquinando algo grande. Se llama José Luis.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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