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Los otros objetivos

EDWARD N. LUTTWAKAl márgen de las razones estrictamente internas, el reciente ataque de Estados Unidos contra la sede de los servicios secretos iraquíes en Bagdad va aún más lejos en sus objetivos, según el autor. Junto a Sadam Husein, también deben darse por aludidos los gobernantes de Irán, Libia, Corea del Norte y Sudán.

Pocas acciones militares han tenido tantas justificaciones diferentes e independientes como el ataque con misiles lanzado por Bill Clinton contra la sede del servicio de espionaje iraquí en Bagdad.Sí, sin duda, el lanzar un ataque tan fulminante como espectacular, a la vez que devastador y sin riesgo de pilotos muertos o capturados, no podría sino beneficiar políticamente a un presidente tachado de débil e indeciso. Pero había tantas otras razones de peso para actuar -globales, regionales y locales- que los beneficios políticos internos probablemente no hayan sido más que una propina.

En el escenario global, la propagación del terrorismo a Estados Unidos redobló la importancia de reaccionar enérgicamente contra el intento de asesinato de George Bush en Kuwait. Al mismo tiempo, el recordatorio de que Estados Unidos puede destruir edificios concretos a gran distancia y con enorme precisión refuerza su autoridad en las difíciles negociaciones con Corea del Norte relativas al cierre de sus instalaciones de armas nucleares.

A nivel regional, el ataque también tenía dos blancos: Libia e Irán. Gadafi sigue protegiendo a los dos funcionarios que planearon la destrucción del avión de Pan Am, y para él el ataque con misiles implicaba tanto una advertencia tajante como Cierta tranquilidad indirecta. No hay duda de que Sadam Husein ordenó personalmente a su servicio de espionaje que asesinara a Bush -ese tipo de cosas no lo deciden unos simples burócratas en ningún país, y menos en Irak.

Pero el ataque se efectuó contra la organización de espionaje, no contra ninguna de las residencias de Sadam en Bagdad. Por consiguiente, Gadafi puede llegar a la conclusión de que si entrega a los dos hombres para que se les someta a juicio podría sobrevivir a esta crisis también, y hasta es posible que se levantaran las sanciones de la ONU si abandona definitiva y totalmente todas las formas de terrorismo.

Para Irán, el aviso es todavía más directo. Los agentes iraníes han estado asesinando a exiliados en Europa, diplomáticos iraníes siguen dirigiendo el Hezbolá en Líbano y el dinero iraní financia el nuevo papel de Sudán como base del terrorismo islámico en el mundo entero. Además, Irán sigue intentando por todos los medios hacerse con la tecnología necesaria para fabricar armas nucleares, así como adquirir todo tipo de armamento disponible. Si hay moderados en el Gobierno de Teherán, sus argumentos no pueden sino verse reforzados por lo que ha sucedido: los misiles que alcanzaron Bagdad también pueden alcanzar cualquier lugar de Irán.

En cuanto al propio Irak, hubo al menos tres motivos diferentes. Las tropas de Sadam están librando una guerra de aniquilación contra los "árabes de los pantanos". Seguros hasta hace poco en sus diminutas islas y rodeados de juncos impenetrables, ahora se ven acorralados y asesinados porque el Ejército iraquí está secando las extensas ciénagas con la construcción de diques de tierra para desviar el cauce del río (otro desastre ecológico en ciernes).

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Responsabilidad claraLa zona de "exclusión aérea" declarada sobre el sur de Irak implica una responsabilidad clara por parte de Estados Unidos y de las Naciones Unidas de protegerlos, pero esa protección es hoy por hoy totalmente ineficaz.

Y lo mismo sucede con la zona de "exclusión aérea" en el Norte, supuestamente declarada para proteger a los kurdos. Dos guarniciones y dos divisiones de carros de combate han reforzado recientemente las tropas de Sadam desplegadas contra ellos, y no sólo amenazan su frágil autonomía, sino que también sabotean su vital cosecha de trigo disparando proyectiles incendiarios sobre las plantaciones.

Por último, los funcionarios de Sadam impidieron recientemente a los inspectores de Naciones Unidas que prosiguieran su tarea de destruir lo que queda de las instalaciones nucleares, biológicas, químicas y de misiles de Irak, con arreglo a las órdenes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

En los tres casos, la señal enviada con el ataque del sábado 26 de junio fue rotunda. Todavía está por ver si Sadam también la ha escuchado, y si Clinton está dispuesto a volver a atacar si se ignora su advertencia.

es director de Geoeconomía en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington.

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