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Reconstruir Somalia desde abajo

La ONU ensaya en Baidoa el proyecto de reestructuración política del país africano

ENVIADA ESPECIAL Todas las fuerzas vivas del lugar habían acudido el domingo a la cita. Los ancianos, los representantes juveniles y los líderes religiosos de la ciudad somalí de Baidoa esperaban pacientemente a Leonard Kapungu, diplomático de Zimbabue y jefe de Asuntos Políticos de las Naciones Unidas en Somalia.

Kapungu les iba a explicar lo que la ONU espera de ellos: que olviden sus diferencias y constituyan esta semana un Gobierno local de 21 miembros que será el primer peldaño de la reconstrucción de la estructura política del país, aniquilada tras dos años y medio de guerra civil. Los diplomáticos de la ONU, en un alarde de optimismo, creen que el plan saldrá adelante y que de aquí a dos años Somalia celebrará elecciones democráticas.

"Hermanos y hermanas. Hasta ahora habéis dejado todas las iniciativas a los representantes de las Naciones Unidas. Pero nosotros venimos y nos vamos. Vosotros os quedáis. Ya es hora de que los somalíes tomen sus propias decisiones". Los presentes escuchaban en silencio a Kapungu, orador experimentado. Los ancianos, con sus tradicionales birretes blancos, los ropajes inmaculados y el bastón, parecían esfinges.

Paso tras paso

El diplomático les explicó todos los pasos: cada uno de los 92 distritos del país debía elegir un consejo local de 21 miembros. De cada consejo local saldrían tres representantes para los consejos regionales. Y cada una de las 18 regiones de Somalia debía enviar a tres miembros al llamado Consejo Nacional Transitorio, encargado de dirigir el proceso que culminará, a ser posible en 1995, en las primeras elecciones democráticas del país desde el año 1967.El proyecto para crear de la nada toda una organización estatal, auspiciado por la ONU, fue discutido y aprobado el pasado mes de mayo en la capital etíope, Adiáis Abeba, por los 15 líderes de las facciones somalíes enfrentadas en una guerra de clanes que estalló en 1991, a raíz del derrocamiento del dictador Mohamed Siad Barré.

El equipo político de la misión de las Naciones Unidas en Somalia (Omisom) decidió estrenar el plan en la región de Bai, al noroeste de Mogadiscio, porque es una de las áreas más homogéneas desde el punto de vista tribal: la gran mayoría de los 900.000 habitantes pertenece al clan rahanwein. Hay dos subclanes, el sagal y el sided, y un solo partido, el Movimiento Democrático Somalí.

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Los rahanwein están, sin embargo, enfrentados en materia de afinidades bélicas. Una parte se ha aliado con Mohamed Fará Aidid, el más importante señor de la guerra, y otra facción apoya a su enemigo más enconado, el presidente interino de Somalia, Alí Mahdi Mohamed. La capital de la región, Baidoa, a unos 250 kilómetros al noroeste de Mogadiscio, ha sido una de las ciudades más castigadas por los combates, y fue bautizada el año pasado como la ciudad de la muerte. Miles de refugiados se hacinaban en los alrededores, los enfrentamientos armados y el pillaje eran permanentes y unas 500 personas morían cada día a causa del hambre.

El 16 de diciembre pasado, las fuerzas de intervención de la ONU tomaron el aeropuerto y restablecieron el suministro de la ayuda. Ahora, la ciudad, de 60.000 habitantes (20.000 de ellos refugiados), está bajo el control de unos mil cascos azules franceses y la asistencia humanitaria. se desarrolla sin grandes sobresaltos.

Aunque los 15 jefes somalíes se aprestaron a firmar el acuerdo de Addis Abeba, la iniciativa presenta algunos nudos difíciles de deshacer. En primer lugar, la propia división administrativa del país, legado de la presencia colonial italiana. En muchas de las 18 regiones coexisten varios clanes o subclanes, a veces hasta siete.

Aceptar a las mujeres

Otro problema viene del deseo de los mediadores internacionales de que uno de los tres representantes regionales sea una mujer. En un país musulmán como Somalia, con una rígida estructura de clanes donde los papeles están perfectamente definidos, es mucho pedir."Las mujeres somalíes han sostenido al país durante la guerra. Son muy duras y trabajadoras, y están cansadas de tanta lucha. Su visión es esencial" explica Kapungu. La cuestión es que muy pocos clanes aceptarían a una mujer como delegada. Kapungu lo percibe en cada reunión: nunca empieza a hablar hasta que las mujeres no han conseguido una silla o un trocito de sombra debajo de la acacia, siempre detrás de los hombres.

El tercer problema, el más inmediato, es la elección de los miembros de los consejos locales. "Se seguirá el sistema tradicional somalí de discusión, que engloba a todos los grupos sociales", indica Kapungu. "Nosotros supervisaremos su composición para ver si se ajusta a nuestros deseos. Tiene que haber mujeres, jóvenes, líderes religiosos, comerciantes".

"Ésa es una de las condiciones firmadas en Addis Abeba", dice el diplomático. Demasiado dirigismo, quizás, para los independientes líderes somalíes. Los representantes de la ONU lo saben; por eso insisten en la provisionalidad del proyecto. "Esto es sólo el comienzo. Cuando todo esté en marcha, vosotros discutiréis qué tipo de Estado queréis", añade Kapungu ante los impávidos ancianos. "Pero hay que empezar por algo".

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