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El 'eslabón perdido' cumple 100 años

El aniversario del Pitecántropo une ecología y antropología

Isabel Ferrer

Convencido de que el origen de la humanidad estaba en Asia, el paleontólogo holandés Eugène Dubois safló en su busca en 1893 camino de Indonesia. Entre los sedimentos del río Solo, junto al enclave de Trinil, en la isla de Java, hafló los restos fosilizados de un individuo que habitó allí hace cerca de un millón de años. Tras bautizarlo como Pitecantropus erectus (homo erectus, según la terminología actual), lo presentó como el eslabón perdido entre el hombre y el mono.Cien años después, la ciudad holandesa de Leiden conmemora dicho descubrimiento con un congreso internacional que trata de hacer justicia a un científico considerado como el padre de la paleoantropología, pero que también acabó convirtiéndose en un pionero de la ecología.

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El error del fémur

El enorme efecto producido por el hallazgo del fémur, una muela y piarte del cráneo del pitecántropo, también llamado hombre de Java, oscureció siempre la pasión de Dubois por mostrar la interacción del hombre con su entorno. Su descubrimiento, muy controvertido en su época, llegó cuando Darwin ya había publicado la obra Origen de las especies (1859), convulsionando a la sociedad del siglo XIX. A sus teorías sobre la evolución humana se uniría con Dubois una nueva fase en la reconstrucción de la historia de la humanidad.

Sin embargo, a pesar de la fama adquirida por sus estudios, el paleontólogo holandés no logró que se tuviera en cuenta el aspecto medioambiental. "Situó al hombre en la naturaleza y no por encima de ella. Lo logró gracias a que pudo comprender el lazo que une al hombre con su entorno", dice Jan Slikkerveer, antropólogo cultural y promotor del encuentro de Leiden.

Según él, Dubois sentía pasión por hallar el eslabón perdido y llegó a obsesionarse con la idea de demostrar que el hombre de Java cerraba el agujero existente entre el hombre y la naturaleza. "Creyó que su pitecántropo era un medio hombre más cercano al mono. Ahora sabemos que se trataba de un homínido, un homo erectus situado entre el homo habilis, capaz de usar sus manos, y el homo sapiens".

Slikkerveer reconoce que el ecologismo temprano de Dubois no aparece en las conmemoraciones organizadas en torno al centenario del pitecántropo. A Leiden, por el contrario, han sido invitados expertos en antropología cultural, historia, geografía, geología, filosofia, ecología y, claro, paleoantropología. "El lema mismo del encuentro, Evolución humana en su contexto ecológico, denota nuestro deseo de resaltar la importancia interdisciplinaria del estudio del origen del hombre. Sin olvidar la relevancia del entorno, ahora que es el hombre quien interviene en él y a menudo lo destruye".

Pero no todo son sonrisas. El enfoque escogido por el comité organizador no cuenta con el apoyo de una parte de los estudiosos de la paleoantropología. Para algunos, el congreso no ha conseguido aunar su campo de acción y el de la antropología cultural.

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