Decepción en el Parlamiento Europeo
Delors ocultó a sus comisarios su proyecto para la Europa del siglo XXI
Todos los grupos del Parlamento Europeo manifestaron ayer su decepción en Estrasburgo ante los escasos resultados del Consejo Europeo celebrado en Copenhague los días 21 y 22 de junio. El primer ministro y el ministro de Exteriores daneses Poul Nyrup Rasmusseri y Niels Helveg Petersen, respectiva mente, tuvieron que soportar las quejas de todos los grupos, que criticaron la presidencia danesa sin muchas contemplaciones. El. protagonismo del presidente de la Comisión, Jacques Delors, con su proyecto de Libro Blanco, recibió, en cambio, más apoyos que críticas, aunque ha suscitado resquemores entre los otros 16 comisarios. El presidente del grupo parlamentario popular europeo, el belga Leo Tindemans, aseguró que "nunca una presidencia comunitaria [en referencia a la presidencia belga que empieza el 1 de julio] comenzó en condiciones peores". El laborista británico Glynn Ford afirmó que la cumbre de Copenhague ha decepcionado a Europa". El liberal danés Niels Anker Kofoed dijo que la presidencia de su país "no ha avanzado ni en el ámbito legislativo ni en los aspectos de política exterior".Que la cumbre haya fracasado, como aseguran los parlamentarios, no significa que todos hayan fracasado. Los escasos piropos del hemiciclo se dirigieron a Jacques Delors, el presidente de la Comisión que ha conseguido aparecer como el dirigente dispuesto a dotar a Europa de las ideas que la sacarán del marasmo económico.
Fueron las intervenciones de los socialistas, principalmente, las que reconocieron los méritos del presidente de la Comisión y de su idea de un Libro Blanco, titulado La entrada en el siglo XXI. Orientaciones para la renovación económica de Europa. Sus ideas fueron calificadas de "imaginativas" y su diagnóstico sobre el desempleo y la falta de competitividad en Europa de "valioso".
Delors, que sigue todavía seriamente afectado por su ciática, no pudo asistir al pleno y se teme incluso por su asistencia a la cumbre del G-7 (jefes de Estado y Gobierno de los siete países más ricos del planeta) el día 7, en Tokio. Su esfuerzo, para superar su dolencia a costa de grandes molestias y asistir a la cumbre de Copenhague y proporcionar así, con su bastón, una buena imagen a fotógrafos y televisiones, ha dado una medida de lo que se jugaba en este envite político. "Delors habría asistido incluso en camilla", comentaban medios diplomáticos de la CE.
Protagonismo, anulado
Los comisarios europeos no tienen, sin embargo, opiniones tan positivas sobre el papel jugado por Delors. De hecho, el protagonismo de los otros 16 miembros de la Comisión ha quedado anulado por la nueva entrada en tromba de Delors en la escena europea.
La idea del Libro Blanco, que ocupará a los servicios de la Comisión en los próximos, meses y servirá para polarizar la atención y los debates comunitarios, fue preparada personalmente por Delors sin dejar que ninguno de los otros 16 comisarios participara del secreto y del efecto sorpresa. Ayer, en la reunión semanal de la Comisión, varios comisarios expresaron su disgusto por el personalismo con que Delors ha conducido el nuevo gran impulso comunitario.
Los medios más críticos con Delors en el interior de la Comisión reconocen que la obtención del encargo del Libro Blanco es un éxito político que le proporciona cuerda para el resto de su mandato. Las ideas contenidas en los ocho puntos de su exposición (que abarcan desde el papel comercial de la CE hasta las nuevas tecnologías) son absolutamente manidas y no aportan ni una sola novedad al debate sobre el retorno al crecimiento, según coinciden en afirmar numerosos altos funcionarios. "La gracia de Delors está en su capacidad para alentar ilusiones y aprovechar el momento más adecuado para presentarse como el hombre de las grandes soluciones y los grandes proyectos", aseguraba uno de ellos.
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